Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 125
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Capítulo 125:
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Kristian permaneció envuelto en una fría indiferencia.
Justo cuando se disponía a interrogar a Freya, Gerard sacó un bolígrafo y un pequeño bloc de notas del bolsillo de su traje y se los tendió.
Tanto Freya como Kristian lo miraron perplejos ante ese gesto.
—¿Me honrarías con tu autógrafo? —preguntó Gerard, sin inmutarse ante la fría mirada de su jefe.
Se plantó con determinación ante Freya y confesó: —Ahora soy un fan incondicional tuyo.
—¡Gerard! —espetó Kristian.
Antes, ese tono habría hecho que Gerard se retirara inmediatamente y esperara instrucciones.
Sin embargo, hoy, ante su brillante y hermosa ídolo, demostró una determinación notable.
—Si puedes, te lo agradecería mucho —dijo con esperanza.
Freya dudó.
Ya había recibido peticiones similares, pero Frederick y sus otros amigos siempre lo habían hecho en broma, nunca con tanta seriedad. No sabía muy bien cómo responder.
Gerard dio un pequeño paso adelante, animado, y le ofreció el bolígrafo y el bloc de notas con una cálida sonrisa.
Al encontrarse con su mirada sincera, Freya decidió no darle más vueltas a la situación. «Claro», aceptó, cogiendo lo que le ofrecía.
Con la facilidad que le daba la práctica, firmó con un nombre totalmente diferente al que había escrito en los papeles del divorcio. La firma del divorcio era pulcra y delicada, mientras que esta proclamaba con audacia su identidad con un toque elegante, irradiando confianza en cada trazo.
Kristian observó esta discrepancia, lo que no hizo más que intensificar sus crecientes sospechas sobre las motivaciones iniciales de Freya para entrar en su vida. Incluso su letra había cambiado deliberadamente, lo que hacía que sus intenciones fueran cada vez más cuestionables.
—¿No crees que merezco una explicación? —Su voz atravesó la habitación como el hielo, y su presencia imponente llenó el espacio entre ellos.
Freya miró brevemente la barra de progreso, que solo estaba al treinta por ciento, antes de responder con calma: —¿Explicar qué, exactamente?
—Tus excepcionales habilidades como hacker y esta firma. —La mirada penetrante de Kristian no vaciló mientras continuaba sin emoción. «¿No es extraño alterar conscientemente tu estilo de escritura?».
«No hay nada que explicar», respondió Freya con serenidad. «¿Puedes afirmar honestamente que me has revelado todas tus habilidades? ¿Mantienes la misma caligrafía en toda tu correspondencia?».
Kristian la estudió atentamente. Su elocuencia lo inquietaba.
«¿Quién te ha enviado?», preguntó bruscamente.
Tanto Freya como Gerard se quedaron en silencio ante la acusación.
—¿Has orquestado nuestro encuentro y nuestro matrimonio para obtener información confidencial del Grupo Shaw? —Los ojos de Kristian se clavaron en los de ella, con una expresión indescifrable.
Gerard dio un paso adelante, obligado a defender a su nuevo ídolo. —Señor, si me permite recordárselo, fue usted quien pidió matrimonio a la señorita Briggs, no al revés.
—Ya lo has oído —replicó Freya, con un tono de reivindicación en la voz.
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