Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1238
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Capítulo 1238:
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Alan se quedó paralizado. ¿Quién demonios sabría eso?
«¿Cuál es la única cosa por la que mamá y la tía Ethel discutieron alguna vez?», añadió Jesse.
Alan parecía un ciervo atrapado en los faros de un coche. ¿Discutían?
«Eso es lo que pensaba», dijo Jesse simplemente. «El abuelo Hugh y la tía Ethel saben más sobre mamá, la abuela Kendra y el abuelo Caldwell saben más sobre papá. ¿Y la tía Greta y la tía Riley? Ellas saben más que nadie sobre su relación».
Entonces, en realidad, ¿por qué iba a desperdiciar su valioso tiempo de estudio para complacer a Alan?
Alan empezaba a preguntarse si estaba perdiendo la cabeza. ¿De verdad esto venía de un niño de cuatro años? La forma en que Jesse hablaba era demasiado aguda, demasiado inteligente.
Su cabeza daba vueltas con preguntas, pensamientos que se enredaban como un nudo.
Entonces, de la nada, una idea descabellada se le metió en la cabeza. ¿Y si Jesse había vivido antes? ¿Y si había sido alguien importante en una vida pasada?
«¿Puedo preguntarte algo?», preguntó Alan, ya rebosante de curiosidad. Cuanto más lo pensaba, más se alteraba. No podía dejarlo pasar.
Jesse se limitó a mirarlo, tan tranquilo como siempre. Con un pequeño gesto de asentimiento, le dio el visto bueno.
Alan carraspeó, con los ojos llenos de asombro. —¿Recuerdas algo de una vida pasada?
Jesse lo miró parpadeando. —¿Eh?
«¿Qué eras antes?», insistió Alan. «¿Recuerdas el año en que moriste? ¿Era como un mundo mágico? ¿O tal vez incluso otro planeta?».
Jesse frunció sus pequeñas cejas. Parecía completamente desconcertado. «¿Estás seguro de que esas son preguntas normales?».
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«Son más normales que tú». Alan no perdió el ritmo.
A decir verdad, nunca había conocido a un niño como Jesse. Ni siquiera Freya había estado tan centrada cuando tenía cuatro años.
Jesse no se molestó en responder a Alan.
Pero Alan, que ya estaba aburridísimo, no iba a dejar que el niño se sumergiera en un libro y lo dejara colgado. «¿Quieres ir al parque de atracciones? Yo te llevo», le ofreció.
«No», respondió Jesse inmediatamente, sin pensarlo siquiera.
En ese momento, la suave voz de Nina intervino. «¿Parque de atracciones?». Alan se animó. Esa vocecita lo derritió. «¿Quieres ir?», preguntó, acercándose ya.
«¡Sí!», dijo Nina, saltando de emoción.
Y así, sin más, Alan se puso ropa informal y llevó a los niños directamente al parque de atracciones.
Durante el trayecto, Jesse mantuvo su carita tensa y seria. No dijo ni una palabra en todo el camino.
Nina, que siempre prestaba mucha atención a su hermano, se dio cuenta enseguida. «Jesse, ¿no quieres ir al parque de atracciones?», le preguntó con delicadeza.
«Me encantaría», respondió él con voz suave y tranquila.
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