Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 116
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 116:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Mientras tanto, en un vehículo que avanzaba lentamente por la zona, Gerard se preparaba para dejar a Kristian cuando se percató de un violento enfrentamiento más adelante. Al mirar más de cerca, reconoció a Freya entre los implicados.
—Señor Shaw —dijo Gerard, mirando por el retrovisor mientras informaba inmediatamente—, su esposa está siendo atacada.
Kristian sintió una oleada de irritación al oír el nombre de Freya. —Eso no es asunto mío —respondió con frialdad.
—La señora Shaw acaba de recibir un golpe en la cabeza con un bate de béisbol —anunció Gerard con gravedad, reduciendo la velocidad del coche—. Espero que sus heridas no sean graves.
Kristian dirigió la mirada hacia la ventana al oír esas palabras.
Sus ojos se abrieron de par en par con horror al ver la escena que se desarrollaba en la zona abierta.
Seis agresores blandían bates de béisbol contra Freya, con el rostro desencajado por la intención asesina mientras golpeaban simultáneamente.
Antes de que su mente registrara completamente el peligro, las palabras salieron de su boca. —¡Detén el coche!
Gerard se detuvo inmediatamente.
Kristian abrió la puerta de un golpe y cruzó la calle a toda velocidad. La ausencia de tráfico fue una suerte, ya que, de lo contrario, su impulsiva carrera podría haber terminado en una catástrofe.
Gerard permaneció junto al vehículo, inmóvil.
Como asistente competente, sabía cuándo debía mantenerse al margen.
El combate no era su fuerte, por lo que le pareció más prudente esperar a que Kristian y Freya regresaran.
Freya luchaba con fiereza, ajena al vehículo cercano.
Cuando seis bates se abalanzaron sobre ella, respondió sin dudar: dos atacantes cayeron por sus poderosas patadas, mientras que su propio bate conectaba en el mismo instante.
Los impactos resonaron en el aire.
Los seis atacantes se derrumbaron en el suelo.
Freya observó a los que quedaban en pie con una mirada gélida, su desafío flotando en el aire: «¿No vais a atacarme?».
El líder retrocedió un paso, con la voz temblorosa. «¡Chicos, id a por ella!».
«Tío, no podemos continuar».
«¡Lucha con una ferocidad increíble!».
«¿No dijo el cliente que no sabía luchar?».
«¿Qué hacemos ahora?».
El terror se apoderó de los atacantes restantes.
Los que habían sido golpeados luchaban por levantarse, con el rostro hinchado y magullado, y los ojos reflejando un miedo inconfundible.
«¡Vamos, aunque la victoria se nos escape, debemos luchar!», dijo rápidamente el líder. «Pensad en el millón de dólares, ¡es el sueldo de toda una vida!».
«Hay que estar vivo para gastarlo», murmuró alguien.
Dada la destreza de Freya en la lucha, escapar sin heridas graves sería el mejor resultado posible.
«Aunque me rompáis todos los huesos, solo ganaréis cuatro millones», comentó Freya, que había perdido interés en la pelea. Ahora buscaba al cerebro detrás del ataque. «Revelad quién es el responsable y cada uno de vosotros se llevará un millón».
Los atacantes dudaron.
.
.
.