Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1151
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Capítulo 1151:
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Alerith era más que una simple ciudad para Kristian. Era un lugar cargado de recuerdos, algunos maravillosos, la mayoría dolorosos.
Últimamente, gracias a la ayuda de Lawrence, el insomnio de Kristian había mejorado, pero seguía sin tener apetito.
A Gerard le preocupaba que un viaje a Alerith pudiera hacer que Kristian se encontrara cara a cara con Freya de nuevo. Si eso ocurría, todos esos sentimientos reprimidos podrían volver a aflorar.
«No hace falta. Iré yo mismo», respondió Kristian con frialdad.
Gerard dudó, con los labios apretados, pero decidió no discutir. Al fin y al cabo, solo era otra reunión. ¿Qué posibilidades había de que se encontrara con Freya?
Al ver que Gerard seguía allí de pie, Kristian tomó la palabra. —¿Hay algo más?
—Sí.
«Adelante».
«He descubierto la verdadera razón por la que la Sra. Briggs se mudó», dijo Gerard en voz baja, con la esperanza de que la verdad pudiera finalmente dar algo de paz a Kristian.
Los dedos de Kristian se quedaron suspendidos sobre el teclado, inmóviles. Su mirada se volvió distante y sombría.
Antes de que pudiera decir nada, Gerard continuó: «No se marchó por tu culpa. Se mudó a un lugar más cómodo y lujoso con Ellis». Melvin había sido quien lo mencionó.
Un profundo dolor se instaló en el pecho de Kristian, agudo e implacable.
Esa noticia le dolió aún más que si ella se hubiera ido simplemente para evitarlo.
«¿Señor?». Gerard notó algo extraño en su expresión y le llamó la atención con cautela.
«Lo tengo». La voz de Kristian sonó áspera. Su rostro no reveló nada. «Puedes irte».
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Con un gesto de preocupación, Gerard salió silenciosamente de la habitación.
Al salir, miró hacia atrás, preocupado por lo que vio.
Kristian se había vuelto más difícil de leer. Parecía estable en apariencia, tal vez incluso más maduro que antes, pero era una calma frágil. Sin embargo, su corazón permanecía cerrado, intocable para todos excepto para él mismo.
Kristian se quedó en su escritorio durante horas, mirando su teléfono, esperando una respuesta de Felipe.
Varias veces pensó en enviarle otro mensaje, pero cada vez decidía no hacerlo.
Felipe, por su parte, aún no había decidido qué decirle a Kristian. En su lugar, se dirigió a casa de Farrah, con la esperanza de obtener más información después de que Freya se marchara.
Ni Farrah ni Freya le prestaron mucha atención.
Alrededor del mediodía, Freya compartió el almuerzo con Farrah. Tenía pensado pasar un poco más de tiempo con Isabella, pero la niña se quedó dormida a mitad de la comida. Freya decidió no quedarse y regresó para reunirse con Ellis.
Entre Felipe y Farrah reinaba una tranquila comodidad, tácita, pero indudablemente natural.
Después de que Freya se marchara, Felipe comenzó a doblar la diminuta ropa de Isabella, con movimientos casuales mientras hablaba con Farrah.
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