Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1143
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Capítulo 1143:
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«¿Entonces realmente vamos a romper?», preguntó él.
«Sí». Esa única palabra casi le dejó sin fuerzas.
Alyssa se mantuvo serena, con la mirada fija, y le preguntó: «¿Y si te dijera que a la chica que te gustaba entonces le gustabas tanto como a ti, y que todavía le gustas?».
Ethan se quedó paralizado.
Antes de que pudiera reaccionar, Alyssa soltó la bomba. «Nunca me gustó Bruce Aston. El único al que he amado siempre has sido tú».
«¿Qué?», Ethan luchó por seguir el hilo.
«Mentí entonces porque me aterrorizaba que descubrieras que estaba enamorada de ti», explicó Alyssa con voz clara. «Así que dije que estaba enamorada de Bruce. Al fin y al cabo, tú eras quien siempre dejaba claro que yo solo era una buena amiga».
Alyssa había mantenido ocultos todos los sentimientos que se suponía que no debía tener.
«¿Hablas en serio?», preguntó Ethan con voz lenta, como si no estuviera seguro de si debía creer lo que estaba oyendo.
«Sí», dijo ella sin dudar.
«¿De verdad te gusté durante años?».
«Sí», respondió ella.
«¿Así que todo este tiempo… nos hemos gustado mutuamente?».
«Sí».
Las respuestas tranquilas y firmes de Alyssa hicieron que algo dentro de Ethan se iluminara. Se sentía como si estuviera soñando.
«No me estás tomando el pelo, ¿verdad?», preguntó mordiéndose el labio. Su rostro estaba dividido entre la esperanza y la duda.
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«Siempre decías que te gustaba Bruce. Y yo me lo creí».
«Actué así a propósito», admitió Alyssa. «Quería que todos lo creyeran». Ahora, mirando atrás, se daba cuenta de lo tonto que había sido.
A veces, admiraba mucho la honestidad de Freya. Cuando a Freya le gustaba alguien, simplemente lo decía. Sin juegos. Sin fingir. Y si no le gustaba alguien, no fingía.
Si Freya hubiera estado en su lugar en aquel entonces, habría dicho la verdad. Sin esconderse, sin remordimientos, solo una respuesta clara: o acababan juntos o ella se marchaba y seguía adelante.
Esa noche, Ethan no podía dejar de hacerle preguntas a Alyssa. Y cuando estuvo completamente seguro de que ella siempre había sentido algo por él, la agarró y la hizo girar en círculos. Estaba tan feliz, como un niño que acababa de descubrir que toda la tienda de golosinas era suya.
«Pensaba que habíamos roto», dijo Alyssa, levantando una ceja.
«¡Ni hablar de romper!», replicó él.
«¿Y la propuesta?».
«¡Sigue en pie!», gritó, como si fuera lo más obvio del mundo.
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