Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1123
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Capítulo 1123:
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Pensó que probablemente no había sido el propio Laird quien había tomado la foto, sino uno de sus hombres.
Mientras intercambiaban palabras, Laird entró con paso firme, con los brazos cargados de papeles. No paraba de refunfuñar, lanzando quejas sobre Ellis y Freya con exasperación teatral.
—Sabías perfectamente que era una broma, así que ¿por qué demonios apareciste con un francotirador? Eso, al parecer, era lo que más irritaba a Laird. —En serio, ¿y si alguien hubiera tenido un tic y hubiera apretado el gatillo? La recompensa por mi cabeza no es precisamente pequeña, ya lo sabes.
«Si lo hubieran hecho, yo mismo habría entregado tu cabeza y cobrado la recompensa», replicó Ellis con sequedad.
—¡Eres un cabrón absoluto!
La indignación de Laird era ya casi habitual.
Era su forma de actuar: cada intercambio terminaba con Laird balbuceando mientras Ellis apenas se molestaba en ocultar su diversión.
—Basta ya de dramatismo —lo interrumpió Ellis, con toda su atención puesta en Freya. Esa noche no tenía paciencia para las teatralidades de Laird—. No has organizado todo esto para nada. ¿Qué está pasando realmente?
—Compruébalo tú mismo —murmuró Laird, colocando un expediente en la mano de Ellis—. Vuelve el Torneo Mundial de Fuerzas Especiales. Todos los países envían a sus mejores agentes; los ganadores obtienen gloria y una generosa recompensa.
«No es mi problema». Ellis apenas echó un vistazo al expediente antes de tirarlo a un lado.
«¡Ellis, no me vengas con eso!».
«Estoy retirado», respondió, frío e indiferente.
Laird soltó un suspiro de frustración, luchando por no suplicarle. —Lo sé, pero tus superiores ya han dado el visto bueno. Si aceptas, estarás en el equipo.
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«No me interesa».
Laird insistió, sin desanimarse. «Tu país ha arrasado en el torneo durante años. ¿De verdad crees que seguirán ganando si tú no compites? ¿Ni siquiera te preocupa que pierdan prestigio?».
Ellis se recostó en su asiento, con una leve sonrisa en los labios y la mirada firme y segura. «No perderemos. Mi sustituto, entrenado por mí, os aplastará a todos y cada uno de vosotros».
Había muchas fuerzas de élite en el país, y Ellis era solo una de ellas. Estaba seguro de que el hombre al que había entrenado brillaría.
Laird, por otro lado, no estaba muy emocionado. Todavía se imaginaba a Ellis acaparando toda la atención en el escenario de la competición. «¿Crees que tu sustituto puede eclipsarme?», preguntó, con una chispa de desafío en los ojos.
Ellis le devolvió la mirada, con sus ojos tranquilos y llamativos llenos de seguridad. «¿Puedo derrotarte? Sus habilidades están a la altura de las mías, sin duda», dijo con voz firme. «¿Seguro que quieres ponerlo a prueba?».
«¿Te vas a quedar fuera esta vez?».
—Sí.
«¿Por qué?», insistió Laird, curioso.
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