Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1122
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 1122:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
«¡Mierda!», siseó el hombre barbudo con frustración. ¿Qué le pasaba para montar semejante espectáculo? ¿Todo su mundo? ¿Qué clase de melodrama era este?
Al mirar alrededor de la habitación, se dio cuenta de que su gente había desaparecido. Su pulso se aceleró. «¿Dónde están mis chicos?», preguntó con voz más áspera que antes.
«¿Qué coño les has hecho?».
«No están heridos, solo inconscientes y encerrados. Si no hubiera necesitado a dos de ellos para traerte mi mensaje, no quedaría ni un alma en pie en este lugar», respondió Ellis con tono seco, y solo exhaló un suspiro cuando vio que Freya estaba ilesa. «¿De verdad tenías que llegar tan lejos?».
—Tú empezaste —replicó Ellis con dureza.
El hombre barbudo hizo una mueca de dolor, y la vergüenza finalmente se apoderó de él.
Se apartó y le dirigió a Freya una sincera disculpa. —Esto es culpa mía. Solo quería fastidiar a Ellis, ver cómo reaccionaba si alguien se llevaba a su chica. Nunca pensé que las cosas se pondrían así.
Freya miró a Ellis, sus propios sentimientos pasaban a un segundo plano mientras Ellis no corriera peligro.
—Si realmente lo sientes, déjame ver los nuevos juguetes de los que has estado presumiendo —dijo Ellis con tono indolente, pero afilado, mientras se acercaba con aire despreocupado—. Estoy cansado de escuchar tus disculpas. Muéstrame algo interesante.
El hombre barbudo casi se atraganta con su propia irritación. ¿Por qué Ellis seguía volviéndolo loco de esta manera?
«Si no vas a entregarme las armas, al menos dame tu tarjeta». Ellis nunca se lo había puesto fácil. «No he venido hasta aquí para irme con las manos vacías, necesito algo a cambio».
El hombre barbudo no lo dudó; llamó a uno de sus hombres y le pidió que le entregara su tarjeta bancaria a Freya.
Lo nuevo está en ɴσνєʟα𝓼4ƒ𝒶𝓷.c🍩𝗺 con contenido nuevo
Ellis la aceptó en su nombre y la guardó con un movimiento casual de la muñeca.
Todo el incidente se esfumó como una broma de mal gusto.
Mientras el hombre barbudo se alejaba con paso pesado para recoger el equipo, Freya le sonsacó detalles. Una vez que Ellis le aseguró que todos mantenían una relación relativamente buena, la tensión de sus hombros se alivió.
—Es Laird Singh, el tipo del que te hablé —explicó Ellis, observándola atentamente—. Trescientas cincuenta misiones, cero fracasos. Es la leyenda viva de Euland.
Freya entrecerró los ojos pensativamente. —Eso pensaba.
Se habían cruzado una vez en una competición, pero con todas las maniobras en el bosque, nunca había conseguido verle la cara.
Se había marchado antes de la ceremonia de entrega de premios, por lo que sus rasgos seguían siendo un misterio. Ellis, percibiendo su sutil alivio, añadió: «Estás a salvo. Conozco a Laird: tiene sus peculiaridades, pero nunca se pasa de la raya. La próxima vez que alguien haga una maniobra como esta, simplemente elimínalo. Yo me encargaré de las consecuencias».
Freya esbozó una leve sonrisa. «Claro».
En cuanto Ellis recibió la foto, reconoció el emblema estampado en la esquina: era la base de Laird.
.
.
.