Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1112
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Capítulo 1112:
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—Por cierto —intentó Alan de nuevo, lanzándole un salvavidas—. ¿Has elegido la fecha para pedirle matrimonio? ¿Necesitas ayuda?
—Todavía no —respondió Ellis de forma vaga, pero pensativa—. Cuando estén listos los anillos, hablaré con sus amigos, elegiré un día y prepararé una sorpresa que no se esperará.
—Ya veo… —murmuró Alan, perdido en sus pensamientos. ¿Por qué Ellis no sentía curiosidad? ¿No se suponía que era muy perspicaz?
Ellis lo miró, con el rostro tranquilo pero concentrado. —¿Te preocupa algo?
—No —respondió Alan con demasiada rapidez, como por reflejo.
Su mente iba a mil por hora. Había sido tan obvio… ¿No debería Ellis al menos preguntarle qué le pasaba?
Pero lo había juzgado mal. Aparte de Freya, Ellis no se metía en los asuntos de los demás. Si Alan no estaba listo para hablar, él no insistía. Así era él.
Así que siguieron comiendo, y el tintineo de los cubiertos llenó el silencio.
Los pensamientos de Ellis se desviaron hacia Freya. ¿Debería llamarla primero o simplemente presentarse?
Alan, por su parte, estaba obsesionado con una idea: Ellis era terco como una mula.
Después de cenar, se despidieron.
Alan intentó dar una última pista al marcharse, pero Ellis no picó.
—Si no quieres decirlo, no lo digas —dijo Ellis encogiéndose de hombros—. No todo tiene que quedar al descubierto.
Frustrado, Alan se metió en el coche y se marchó a toda velocidad.
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De vuelta en el hotel, estaba a punto de subir a la suite de Freya para soltarlo todo cuando vio a Ellis delante de la puerta, con la mano levantada para llamar.
Sacó el móvil y le envió un mensaje rápido a Freya.
Luego se acercó con su aire despreocupado de siempre. —¿Ellis? ¿Qué haces aquí?
—He venido a ver a Freya —respondió Ellis con sencillez. En ese momento, Freya abrió la puerta.
Al ver a los dos hombres, se hizo a un lado con una sonrisa. —Pasen.
—¿Terminaste? —preguntó Ellis. Él le había avisado de su visita, así que ella no se vio sorprendida.
—No del todo —respondió Freya, deslizándose impecablemente en su papel mientras los conducía al salón de la suite.
—Sigo ordenando unos papeles que dejó Melvin. Mañana tiene una reunión importante y le estoy ayudando a prepararla.
Ellis y Alan echaron un vistazo a los documentos esparcidos sobre la mesa.
Alan se quedó desconcertado. ¿No había dicho que este viaje no era por trabajo? Los archivos parecían auténticos, demasiado auténticos para ser una tapadera.
—Poneos cómodos. Las bebidas están allí —dijo Freya, manteniéndose en su papel, sin dar a Ellis ninguna pista sobre sus verdaderos planes—. Tengo que terminar esto primero.
Alan miró rápidamente a Ellis.
Ellis, que se dio cuenta de su actuación, pero no la delató, cogió dos vasos de agua y se sentó en el sofá, dispuesta a esperar hasta que ella estuviera lista.
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