Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 111
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 111:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Mientras ella intentaba abordar cuestiones concretas, él la desviaba con situaciones hipotéticas y falsas equivalencias.
Ella lo empujó, y sus palabras cortaron como el cristal. —Debo de estar completamente delirando para intentar razonar con alguien tan deliberadamente obtuso.
Kristian se quedó sin palabras, sorprendido por su franqueza.
Justo cuando ella se disponía a sacarlo físicamente de su casa, él la adelantó con sus largas piernas y se sentó en el sofá como si fuera el dueño, con una postura desafiante.
Había llegado con la sincera intención de mantener una conversación razonable, reconociendo que el enfoque de Ashley hacia Freya había sido totalmente inapropiado. Sin embargo, al enfrentarse a la indiferencia desdeñosa de Freya, se encontró provocándola deliberadamente, diciendo palabras diseñadas para provocar una reacción.
Freya miró al hombre tumbado en su sofá. La experiencia le había enseñado que, si realmente decidía quedarse, sacarlo por la fuerza no era una opción dentro de sus posibilidades.
Esta situación no justificaba llamar a seguridad ni a la policía. Aceptando lo inevitable, volvió a la mesa para terminar de comer.
Afortunadamente, sus hábitos alimenticios poco exigentes le permitían alimentarse según las necesidades de su cuerpo, incluso en su estado de agitación.
Mientras tanto, la irritación de Kristian aumentaba al verla comer con aparente disfrute.
Había conducido más de una hora con el estómago vacío, solo para llegar y recibir, en lugar de comida, una buena ración de frustración. Con el ceño fruncido, sacó su teléfono y hizo una llamada.
Gerard, que acababa de terminar su propio almuerzo, respondió rápidamente.
—Tráeme la comida —ordenó Kristian sin preámbulos.
Gerard se detuvo, momentáneamente desorientado, sin saber dónde se encontraba Kristian.
Después de que Kristian le diera la dirección de Freya, Gerard respondió con vacilación: —Está a más de una hora en coche de la sede de la empresa. Su mente se aceleró, tratando de comprender la inusual petición. «Incluyendo el tiempo de pedido, serán como mínimo dos horas de retraso».
Ya eran más de las doce y media. Para cuando Kristian recibiera su comida, serían casi las tres de la tarde.
«Lo sé», respondió Kristian con sorprendente indiferencia.
Gerard luchó por conciliar esta respuesta con la famosa puntualidad de su jefe en lo que respecta a las comidas. ¿Era realmente el mismo hombre que insistía en comer a la hora siempre que fuera posible?
—¿Quizás la señora Shaw podría acompañarle a un restaurante? —sugirió Gerard diplomáticamente, consciente de la aversión de Kristian por la comida para llevar. —La calidad se verá considerablemente afectada durante el transporte.
—Da igual —murmuró Kristian antes de colgar.
Gerard comprendió inmediatamente la situación. Kristian quería cenar en la residencia de Freya, pero el orgullo le impedía pedirlo directamente.
Debían de estar en desacuerdo y esperando infantilmente a ver quién rompía el silencio primero. ¡Qué inmaduros!
Freya acababa de recoger los platos cuando su teléfono sonó con un mensaje. —El señor Shaw aún no ha comido. La comida que hemos pedido tardará bastante en llegar. ¿Le importaría llevarlo a comer fuera?
Freya respondió sin dudarlo: «No».
.
.
.