Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 1106
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Capítulo 1106:
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Ellis le había dicho a Freya que estaba fuera por negocios, pero ahora estaba diciendo algo completamente diferente. Una red de mentiras.
—Hmm. Ellis notó el cambio en el tono de Alan, pero no le dio importancia.
—¿Qué te trae por aquí? ¿El trabajo?
—Sí. Alan sacó su teléfono, con tono severo. —Pero mientras estaba aquí, me topé con algo que me ha dejado preguntándome qué diablos hacer.
Ellis lo miró con curiosidad. —¿Qué es?
—Vi al marido de una amiga reuniéndose en secreto con otra mujer, muy cariñosos y afectuosos. Alan desbloqueó su teléfono y preparó el escenario. —Todavía estoy debatiendo si debería decírselo a mi amiga o no.
—Si fuera yo, siempre que estuviera seguro de que es verdad, se lo diría a mi amiga —respondió Ellis con serenidad.
Pero eso también dependía del tipo de persona que fuera la amiga y de cómo lo fuera a tomar.
Alan sacó la foto y le mostró la pantalla. —Entonces echa un vistazo a esto. Dime si es verdad.«
En cuanto Alan pronunció las palabras, Ellis vio la foto. Una de las personas que aparecía en ella era sin duda él, y frente a él estaba sentado el diseñador que acababa de conocer.
En un instante, se dio cuenta de lo que Alan había visto.
«No es lo que parece», dijo con firmeza, en un tono frío y controlado. Echó un rápido vistazo a su alrededor antes de levantar una ceja. «Te lo explicaré todo más tarde. Es un poco complicado».
«De acuerdo». Esta vez, Alan no actuó impulsivamente. En el fondo, seguía creyendo que Ellis era un buen hombre, alguien que no engañaría ni traicionaría la confianza fácilmente. Pero la escena que acababa de presenciar le había dejado suficientes dudas como para que se le revolvió el estómago.
Ellis había elegido una cafetería.
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Apenas se habían sentado cuando Alan, con un aire más serio que nunca, fue el primero en hablar.
—Explícamelo. Si no me gusta lo que oigo, se lo diré a Mina.
—La mujer de la foto es una diseñadora —dijo Ellis con sencillez, sin esquivar nada—. Estábamos hablando de anillos de compromiso y alianzas. Tengo pensado pedirle matrimonio a Freya pronto, quería que fuera una sorpresa.
Alan frunció ligeramente el ceño. La explicación tenía sentido. Pero aún así no podía quitarse de la cabeza la incomodidad que le había producido ver a Ellis deslizar ese anillo en el dedo de la diseñadora.
Como hombre, Ellis debería haber sabido lo que podía implicar un gesto así.
—Si tienes algo que preguntar, pregúntalo —dijo Ellis, percibiendo la tensión.
—Si solo era una reunión para hablar de anillos, ¿por qué tenía que llevar el anillo destinado a Mina? —preguntó Alan sin rodeos—. Además, parecía que lo estaba disfrutando mucho.
—Hay un malentendido —dijo Ellis, manteniendo la voz firme.
Nunca permitiría que nadie más llevara el anillo de Freya.
Alan esperó, con los brazos cruzados, a que le diera una explicación completa.
—Los dos anillos que viste eran solo prototipos —continuó Ellis, centrado por completo en la propuesta—. Le pedí que se probara uno para ver si la banda interior le resultaba incómoda.
Freya tocaba el piano con elegancia, luchaba con precisión y hacía todo con un estilo sereno. Era sensible a la más mínima presión en las manos. No podía arriesgarse a que el anillo le molestara de alguna manera.
—En cuanto a la risa, solo estaba bromeando —añadió Ellis con sinceridad—. Dijo que no esperaba que alguien como yo fuera tan meticuloso en cuestiones de amor.
Hizo una pausa y luego ofreció: «Si no me crees, podemos ir a buscar las imágenes de las cámaras de vigilancia».
«No hace falta». Alan ya estaba convencido. Mientras Ellis hablaba, las imágenes se repetían en la cabeza de Alan. Todo coincidía con las expresiones que había visto. Ellis no mentía.
—¿Ahora me crees?
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