Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón - Capítulo 102
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Capítulo 102:
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Creía que una mujer tan excepcional merecía la felicidad verdadera.
De pie frente a la puerta, Kristian se disponía a entrar cuando las palabras de su abuelo llegaron a sus oídos. Frunció el ceño involuntariamente, preguntándose por qué todos anticipaban su eventual arrepentimiento. Gerard lo creía, su abuelo insistía en ello e incluso su madre lo había mencionado cuando tramitó los documentos del alta.
Descartó esos pensamientos y empujó la puerta para abrirla. Su imponente estatura parecía reducir las dimensiones de la habitación.
—Los papeles del alta están listos —informó Kristian a Lionel, manteniendo su tono característico de indiferencia y frialdad—. ¿Le acompaño a casa o prefiere que le acompañe su «querida nieta»?
—No es necesario. Lionel seguía molesto con él, recordando vívidamente el incidente de la mañana anterior.
Estaba haciendo ejercicio en el jardín cuando Kristian llegó con Ashley a la residencia familiar. Tras una breve presentación, Kristian anunció su intención de casarse con Ashley después de divorciarse de Freya.
La furia se apoderó de Lionel y, actuando por impulso, golpeó a Kristian en la cara, consumido por la indignación.
Nunca había imaginado que su nieto, normalmente cortés y racional, se comportaría de manera tan reprochable.
—Como quieras —dijo Kristian con sencillez—. El coche espera fuera.
Después de recoger sus pertenencias con eficiencia, Freya acompañó a Lionel fuera del hospital.
Al pasar junto a Kristian, ambos mantuvieron la apariencia de ser completos desconocidos, evitando deliberadamente el contacto visual.
Pasó otro día.
Freya llevaba ya dos días en Jeucwell. Tras consolar a Lionel, se dirigió a su apartamento, a la espera de que se formalizara su divorcio.
Quedaban trece días para que el divorcio fuera definitivo.
Decidió no volver a Alerith durante ese tiempo.
Esa tarde, mientras Freya se ponía a trabajar con su ordenador portátil, el timbre de la puerta interrumpió su concentración.
Sin pensarlo mucho, se levantó del sofá y se acercó a la entrada.
Cuando abrió la puerta y se encontró a Ashley esperando allí, Freya se quedó paralizada por un momento, sorprendida de que la mujer hubiera conseguido localizar su residencia temporal.
—Señora Briggs —la saludó Ashley, elegantemente vestida con una gabardina beige que complementaba su brillante cabello que caía sobre sus hombros—. Necesito hablar con usted de algo importante. ¿Me permite pasar?
—Por supuesto que no —respondió Freya sin dudarlo, y añadió con tono tajante—: Prefiero no tener que desinfectarlo todo después.
Ashley apretó los dedos con fuerza a los lados del cuerpo mientras luchaba por mantener su actitud amable, cuidadosamente cultivada.
Se mordió el labio inferior con delicadeza. —¿Por qué me tienes tanta hostilidad?
—¡Bang!
Freya respondió cerrándole la puerta en las narices con fuerza.
La descaro de esta mujer como amante era realmente asombroso.
Un destello momentáneo de malicia oscureció los ojos de Ashley. Permaneció de pie frente a la puerta durante un largo rato antes de volver a llamar al timbre.
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