El requiem de un corazón roto - Capítulo 990
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Capítulo 990:
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Desde la esquina de la oficina, Heidi los observaba salir apresurados, conteniendo a duras penas su envidia.
Yvonne no tenía tiempo para preocuparse. El lugar perfecto no se encontraría solo.
Amberfield había sufrido graves daños medioambientales en el pasado, lo que había provocado una campaña de limpieza. Muchas fábricas se habían trasladado, lo que les obligó a explorar los pueblos cercanos en busca del lugar adecuado.
Después de buscar en un sitio tras otro, finalmente dieron con una fábrica en ruinas en un pueblo remoto: máquinas oxidadas, un vigilante dormido, chimeneas que echaban humo negro. La puesta de sol detrás de todo ello pintaba la escena con una belleza sombría.
Yvonne levantó su cámara y tomó la foto.
«¡Esta va a ser legendaria!», dijo Margie, rebosante de emoción.
Yvonne no respondió. Sus ojos permanecieron fijos en el horizonte, donde el resplandor del sol luchaba por atravesar el cielo lleno de hollín. Le dolía el pecho mientras volvía a pulsar el obturador. Quizás este número podría despertar algo en la gente.
Una vez terminada la sesión, dieron por concluida la jornada.
En el taxi de vuelta a casa, Margie estaba llena de energía. «¡Esta foto se va a hacer viral seguro! ¡Heidi se va a morir de envidia!».
Yvonne esbozó una pequeña sonrisa cómplice. «Sus celos no son mi problema. Mientras no se meta en mi camino, por mí perfecto».
A la mañana siguiente, Margie irrumpió en la oficina todavía radiante por la emoción del día anterior.
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Yvonne notó el brillo en sus ojos y le recordó con delicadeza: «Por ahora, mantén el secreto. No enseñemos las fotos a nadie todavía». Margie no entendía del todo el motivo, pero asintió sin protestar y guardó las imágenes para sí misma.
Más tarde, esa misma tarde, presentaron su propuesta a Heidi y esperaron a que la revisara para finalizar la edición.
Heidi hojeó la maqueta de la revista con aire de fingida tranquilidad, esbozando una sonrisa ensayada. «Yvonne, tienes un don para esto. El tema es impresionante. Lo he revisado y tu enfoque me parece sólido».
Una chispa se encendió en los ojos de Heidi mientras examinaba el diseño. «Lo enviaré a imprenta inmediatamente. Tengo un buen presentimiento, se va a vender muy bien».
«Gracias por tu apoyo», respondió Yvonne con una sonrisa educada y distante.
Pero bajo su expresión tranquila, permanecía alerta. Hacía tiempo que había percibido la astucia de Heidi y tenía motivos para desconfiar.
Fiel a su estilo, Heidi se sentó frente a su ordenador poco después y sustituyó rápidamente las fotografías de Yvonne por fotos de una influencer de moda.
Con una sonrisa maliciosa, susurró entre dientes: «A ver cómo me eclipsas. Cuando esto se publique, ¡tu nombre quedará arruinado!».
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