El requiem de un corazón roto - Capítulo 985
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Capítulo 985:
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Sin nuevas tareas que le asignaran de inmediato, la tensión en sus hombros comenzó a disminuir.
Yvonne por fin empezaba a relajarse, pensando que Heidi había terminado de acumular tareas para ese día, cuando, de repente, ¡algo salió mal!
El editor jefe, Morse Griffin, salió disparado de su oficina y dejó caer con fuerza una copia del último número sobre el escritorio de Heidi, con voz furiosa.
«¡Heidi! Esto va a imprimirse. ¿Cómo se te ha podido pasar?».
Su voz resonó en toda la sala, dejando a todos paralizados. Todas las cabezas se giraron. Incluso Yvonne se tensó.
El equipo llevaba días trabajando horas extras para terminar la edición especial; cualquier error ahora sería un desastre.
«¿Qué pasa?», preguntó Heidi, manteniendo la voz tranquila mientras abría la revista y empezaba a hojear las páginas.
—¿Qué problema hay? Las copias de avance ya se han enviado y me preguntas qué pasa. ¿Qué clase de trabajo estás haciendo? ¿Qué tipo de proceso de revisión sigues? ¿Simplemente echas cualquier cosa? ¿Nature’s Essence quiere que la retiren de las estanterías?
Morse estaba rojo de ira.
Todos los miembros del equipo se encogieron en sus asientos, esperando que su furia no cayera sobre ellos a continuación.
Heidi hojeó la edición especial. En cuanto sus ojos se posaron en el problema, su expresión cambió.
Sus manos temblaron ligeramente y, por un segundo, su mente se quedó en blanco. Luego levantó la vista y miró fijamente a Yvonne. —Yvonne Jiménez estaba a cargo de este artículo.
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Sorprendida por la repentina acusación, Yvonne se detuvo. Luego, se levantó de su asiento y se acercó, saludándolos con calma y respeto.
—Soy Yvonne, señor Griffin.
Morse la miró durante un momento. Su tono era educado y su postura, serena. Recordando que era nueva, soltó un breve bufido y su ira se calmó un poco.
Aun así, volvió a centrar su atención en Heidi. —Usted es la editora jefe de sección. La aprobación final recae sobre usted. Sea nueva o no, un error como este recae sobre sus hombros. ¿Dónde está su profesionalidad?
Heidi palideció, con los pensamientos acelerados tras una expresión tensa.
Yvonne tomó la revista de su mano y habló con firmeza. —Si la culpa es mía, asumiré la responsabilidad. No hay necesidad de culparla a ella.
Morse parpadeó, sorprendido por su compostura, pero su temperamento volvió a estallar con la misma rapidez. —Qué noble. Pero nadie te pide que seas una mártir. ¡Un error tan grave podría costarte el despido!
Yvonne hojeó la revista hasta encontrar el artículo en el que había trabajado.
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