El requiem de un corazón roto - Capítulo 972
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Capítulo 972:
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Mientras caminaba hacia casa, Yvonne pensó en descorchar uno de los mejores vinos de Norton para celebrarlo.
Conseguir su primera entrevista para una revista desde que se incorporó a la empresa era un logro importante, sobre todo porque la entrevistada era una antigua compañera de colegio. La vida daba giros curiosos.
Hacía mucho tiempo que no veía a Anya, y ahora había reaparecido justo cuando más la necesitaba. Quizás la suerte por fin le estaba sonriendo.
Al entrar en su casa, rebosante de emoción, Yvonne se sorprendió al encontrar a Norton recostado en el sofá.
Allí estaba, con sus piernas delgadas estiradas, vestido con un traje impecable, la camisa abrochada hasta arriba, irradiando una elegancia controlada.
Yvonne expresó su sorpresa. «¿No estás hasta arriba de trabajo hoy? Has vuelto bastante pronto».
Norton respondió con una réplica alegre. «No soy una máquina, ¡necesito descansar del trabajo de vez en cuando!». Estaba visiblemente alegre. Se levantó, se acercó a ella y le tomó la mano con delicadeza. «Ven conmigo».
Curiosa, Yvonne preguntó: «¿Por qué?», mientras le permitía que la guiara. Entraron en el comedor, donde Norton le ofreció galantemente un asiento y le sugirió: «Prueba esto».
Fue entonces cuando Yvonne vio la elaborada comida dispuesta sobre la mesa, con el vino ya servido.
Ella expresó su asombro. «¿Has cocinado tú todo esto?».
«En realidad, yo lo he preparado todo», explicó Norton con tono modesto.
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«¡Claro!», se dio cuenta Yvonne. Le parecía poco probable que Norton lo hubiera cocinado él mismo, pero aún así le impresionó el esfuerzo que había hecho para preparar una comida así.
Comenzó con entusiasmo por su plato favorito: salmón glaseado con naranja.
El salmón estaba perfectamente crujiente por fuera y jugoso por dentro, con una mezcla ideal de sabores dulces y ácidos. Al probarlo, sus ojos brillaron de alegría.
«¡Esto tiene que ser de Zevis’s Kitchen!», exclamó, reconociendo el plato estrella que tanto le gustaba.
¡Hoy Norton había estado lleno de sorpresas!
«Sí», respondió Norton, observando su alegría con una sutil sonrisa en los labios.
A continuación, dio una palmada, lo que hizo que un corpulento chef con uniforme saliera de la cocina.
«¡Buenas noches, señor y señora Burke!», exclamó el chef con una cálida sonrisa.
«Si desean algo más, solo tienen que decírnoslo».
Yvonne estaba asombrada. «¿Es el chef de mi restaurante favorito? ¡Lo has traído aquí!».
Norton respondió con naturalidad: «Si te apetece algo más, solo tienes que pedírselo».
Con una sonrisa, Yvonne examinó el menú y añadió con entusiasmo algunas opciones más.
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