El requiem de un corazón roto - Capítulo 961
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Capítulo 961:
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Shelly captó el cambio, y su tono se agudizó ligeramente. —Debe de ser muy llamativa. Si ocurre algo extraño con ella o si causa problemas, ven a verme.
Heidi asintió rápidamente. «Puedes contar conmigo».
Yvonne seguía sin darse cuenta y sin mostrar ningún interés por los planes que Shelly tenía en mente.
Pero, como una piedrecita en el zapato, Shelly seguía ahí, molesta, constante e imposible de ignorar.
Yvonne sentía que estaba perdiendo la cabeza, sus pensamientos giraban demasiado rápido como para soportarlo. Necesitaba desahogarse.
En el circuito, ya se había puesto el traje. Su deportivo rojo rugía sobre el asfalto, llamando la atención por su gran velocidad. Pero un coche plateado se pegaba a su parachoques trasero. En varias ocasiones, estuvo a punto de perder el liderazgo cuando se distrajo.
Con la mandíbula apretada, Yvonne pisó el acelerador con más fuerza, adelantando al coche plateado y dejando atrás al resto de los corredores.
El viento que le azotaba las orejas ayudó a aliviar la tensión que se acumulaba en su interior. Después de varias vueltas, finalmente redujo la velocidad y se detuvo.
No tenía sentido agotarse por completo; tenía que trabajar por la mañana. Era hora de volver.
—¡Yvonne!
Oyó una voz familiar que la llamaba.
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Yvonne se giró y se sorprendió al ver a Ethan.
Llevaba un elegante mono de carreras negro y salía de un coche de carreras plateado, el mismo que casi la adelanta. Su rostro se iluminó. —¿Tú también corres?
Ethan asintió con una sonrisa cálida y natural. —Te vi antes. Estuviste increíble.
Yvonne, bastante avergonzada, se rascó la nuca. «¿Eso? No es nada. Pero si a ti también te gustan las carreras, quizá podríamos formar equipo alguna vez».
«¡Sería genial!», dijo Ethan, con la misma sonrisa en los labios, claramente encantado con la propuesta.
«Por cierto, ¿qué tal tu primer día de trabajo?», preguntó Ethan con preocupación.
«Ha ido muy bien. De hecho, me gusta el trabajo y el equipo es genial».
«Me alegro de oírlo. Si alguna vez necesitas algo, ya sabes dónde encontrarme. No lo dudes».
Yvonne le dedicó una sonrisa de agradecimiento, conmovida por su preocupación. Hablar con Ethan le resultaba natural, nada que ver con Norton, que siempre la hacía sentir en deuda con él.
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