El requiem de un corazón roto - Capítulo 930
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Capítulo 930:
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Yvonne se calmó al oír eso y apartó de su mente los pensamientos confusos y presuntuosos.
«¿Por qué molestarse en recogerlo? Ha estado en la basura, está sucio. Solo verlo me da asco. ¡Qué asco!».
Norton le lanzó una mirada fulminante. «¿Estás insinuando algo sobre mí?».
«¡Por supuesto que no, ni se me ocurriría!».
Terminaron de comer en silencio.
«Tráeme el almuerzo mañana», dijo Norton cuando terminó de comer.
Yvonne no se molestó en ocultar su enfado. «¡Vale!», espetó.
«Hoy has estado muy rebelde», dijo Norton con tono burlón mientras se levantaba y rodeaba la mesa hasta llegar a donde ella estaba sentada. «¿Por qué no me lo compensas y me pones de buen humor?».
Se inclinó y la rodeó con los brazos por los hombros.
Yvonne tuvo que admitir que había ido demasiado lejos, ¡pero él había empezado!
Bajó la cabeza, negándose a mirarlo a los ojos. «¿Qué tienes en mente?», preguntó entre dientes.
«Pasa la noche conmigo», susurró Norton.
Yvonne levantó la vista, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. —¿Qué?
¿Qué demonios quería decir?
Norton se rió entre dientes y le revolvió el pelo. «¿En qué estás pensando? Solo quería que vieras una película conmigo».
Yvonne soltó un suspiro de alivio, fuerte y profundo. «¿Por qué no se lo pides a Shelly?», murmuró a regañadientes.
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«¿Nunca te han dicho que no menciones a otras mujeres delante de tu marido?». Sin previo aviso, Norton le pellizcó la mejilla. Yvonne se levantó rápidamente de la silla y salió corriendo del comedor.
La presencia de Norton era demasiado abrumadora. Su rostro, su aroma… era demasiado para ella, y sus pensamientos se dispararon.
«Voy a cambiarme», gritó mientras subía corriendo las escaleras.
Una sonrisa se dibujó en los labios de Norton mientras la veía escapar. Su esposa tenía unas mejillas realmente suaves.
Yvonne no tardó mucho en prepararse y, al poco rato, estaban de camino al cine.
Se decidieron por una película romántica recién estrenada.
No era especialmente buena, pero era romántica. Quizás por eso Yvonne se sentía rara viéndola con Norton.
Había reservado toda la sala VIP, así que estaban solos. Por eso, cuando sonó su teléfono, el sonido fue más fuerte y molesto de lo habitual.
«Norton, tengo muchas ganas de verte…», dijo una voz femenina empalagosa al otro lado de la línea, arruinando el ambiente romántico y destrozando las fugaces fantasías de Yvonne. Norton le dio una palmadita en el hombro a Yvonne, indicándole en silencio que tenía que salir.
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