El requiem de un corazón roto - Capítulo 928
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Capítulo 928:
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Sus principios no habían cambiado mucho desde que era más joven. Si no podía tener algo, estaba dispuesta a renunciar a ello. Quizás otra persona podría conseguir lo que ella quería.
Pero simplemente tendría que aceptar el hecho de que nunca lo tendría. Tras dar un largo suspiro, decidió dirigirse al hipódromo.
Cuando llegó, se puso inmediatamente su equipo, se subió al coche que le habían asignado y salió a toda velocidad.
Recorrió la pista a toda velocidad, con el corazón latiendo con fuerza por la emoción. El viento rugía a través de las ventanas abiertas y el mundo se difuminaba en los bordes mientras Yvonne y su coche se fundían en uno. Yvonne llevó la velocidad al límite, con la mirada fija en la línea de meta. La cruzó sin ningún problema.
Una y otra vez, corrió por la pista y cruzó la línea de meta. Cuando finalmente se cansó, redujo la velocidad y se detuvo en un pit stop.
Salió del coche, con el viento jugando con su cabello mientras miraba al cielo azul claro. Su delicado rostro se iluminó con una radiante sonrisa.
Con el ánimo renovado, se dirigió al vestuario para cambiarse, sin darse cuenta de que unos ojos la observaban desde la distancia.
Un hombre acababa de salir de su coche y se quedó mirando a Yvonne hasta que desapareció entre las taquillas.
Ethan Marsh vestía un traje de carreras negro que acentuaba su figura alta y delgada. Sus ojos profundos brillaban con interés mientras apartaba la mirada de la dirección en la que se había ido Yvonne.
—¿Quién era esa mujer? —preguntó al miembro del personal que lo atendía, en tono amable.
—Lo siento, señor, pero no podemos revelar los datos de nuestros clientes —respondió el otro hombre con naturalidad, pero eso no disipó la curiosidad de Ethan.
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Yvonne no se percató de nada. Una vez que se hubo aseado y cambiado, estaba lista para darle un cambio radical a su currículum. Lo necesitaba urgentemente, ya que conseguir un trabajo sin experiencia previa era todo un reto.
Leif seguía siendo alguien en quien podía confiar. Si no podía contar con Norton, que así fuera. Estaba dispuesta a construir su propia carrera desde cero. Tenía que ser capaz de mantenerse por sí misma cuando finalmente se divorciara.
Era solo cuestión de tiempo. Norton no se atrevería a hacer nada imprudente por ahora, pero algún día, cuando su abuelo ya no estuviera allí…
Yvonne descartó ese pensamiento. No tenía sentido darle vueltas a cosas que solo la ponían nerviosa.
Regresó a casa, organizó sus documentos personales, hizo una lista de las revistas a las que quería enviar su solicitud y se la envió a Leif.
Estaba a punto de cerrar el ordenador cuando la ama de llaves llamó a la puerta de su dormitorio para decirle que la cena estaba lista.
Yvonne siguió a la ama de llaves, sorprendida al encontrar a Norton ya sentado a la mesa. Tenía la mirada profunda, distante.
Yvonne le echó un rápido vistazo antes de ignorarlo. Se sentó, cogió el tenedor y empezó a comer. Estaba hambrienta después de las actividades del día.
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