El requiem de un corazón roto - Capítulo 918
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Capítulo 918:
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Hace años…
El coche avanzaba a toda velocidad por la sinuosa carretera, con el zumbido del motor como único sonido que llenaba el aire. Yvonne miraba por la ventana, con la mente dispersa e inquieta. Aunque llevaba ya algún tiempo casada, su relación con Norton seguía siendo distante y emocionalmente insatisfactoria. Tenían que mantener las apariencias, sobre todo cuando visitaban a Edmond, el abuelo de Norton, y fingir que eran una pareja enamorada; de lo contrario, Edmond se preocuparía.
Pensar en ello, junto con la constante negativa de Norton a dejarla trabajar, no hacía más que aumentar la frustración de Yvonne. Le resultaba cada vez más difícil sentir un afecto sincero por él.
El repentino zumbido de su teléfono interrumpió sus pensamientos. Yvonne miró la pantalla y esbozó una sonrisa mientras empezaba a escribir una respuesta.
De repente, la voz de Norton rompió el silencio, con un toque de celos, mientras sus ojos se posaban en ella a través del espejo retrovisor. —Has estado muy ocupada últimamente. Ya casi no te veo por aquí.
Yvonne le dirigió una mirada indiferente, con un tono casi indiferente. —¿De verdad te preocupa tanto dónde he estado?
La voz de Norton cortó el aire, profunda y teñida de una irritación silenciosa pero inconfundible. —Últimamente has estado traspasando los límites. Espero que cumplas con tus obligaciones como esposa sin dar motivos de preocupación a mi abuelo a su edad.
La sonrisa de Yvonne se desvaneció y su expresión se congeló. Así que no se trataba de ella, sino de Edmond. Por un momento había pensado que las preocupaciones de Norton podían ser sinceras, que él se preocupaba por ella de alguna manera. Pero ahora veía las cosas tal y como eran en realidad.
Bajó la mirada hacia su teléfono, aunque se contuvo y no respondió de inmediato. En la pantalla apareció una tarjeta de visita: un piloto de motociclismo de renombre internacional. Recientemente había descubierto su pasión por las motos y las carreras, un emocionante pasatiempo que llenaba el vacío que habían dejado las restricciones de Norton. Como él no le permitía trabajar, era su único escape. De lo contrario, sus días se convertirían en una monotonía.
Al notar su indiferencia, la voz de Norton se endureció. —¿De verdad te resulta tan insoportable visitar a mi abuelo conmigo?
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Yvonne respondió rápidamente, casi demasiado rápido, mientras negaba con la cabeza fingiendo sorpresa. —Por supuesto que no, ahora eres mi mecenas. Nunca me atrevería a ofenderte.
—¿Ah, sí? —Norton arqueó una ceja, ligeramente sorprendido, pero no insistió. El coche se detuvo frente a la residencia de Edmond. Norton salió primero y le lanzó las llaves a un sirviente que esperaba antes de dar la vuelta para abrir la puerta a Yvonne. Cuando ella salió, se inclinó ligeramente y le susurró: —Así que querías trabajar, ¿eh? Veamos cómo te desenvuelves.
Yvonne colocó delicadamente su mano en la de él y salió del coche con elegancia. Deslizó su brazo bajo el de él y le susurró al oído, con su aliento cálido rozándole la piel. —Me aseguraré de que quedes satisfecho.
Norton no captó sus palabras, distraído por el calor de su aliento en la oreja. Le incomodó de una forma que persistió mientras se aflojaba la corbata. Mientras la acompañaba hasta Edmond, sintió una extraña inquietud, pero mantuvo la atención en lo que tenía delante.
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