El requiem de un corazón roto - Capítulo 873
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Capítulo 873:
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Llevaba el vestido de novia que él había mandado hacer especialmente para ella, el anillo que él le había regalado y una sonrisa radiante y alegre mientras caminaba hacia él.
El corazón de Allan se llenó de emoción.
No encontraba las palabras, pero sus lágrimas lo decían todo.
Por fin, Rachel se detuvo frente a él, con un ramo de flores en las manos.
Seguía sonriendo, con el rostro radiante de calidez. Le secó las lágrimas con delicadeza y le dijo en tono juguetón: «Allan, no llores. Las lágrimas no te quedan bien».
Allan parpadeó, conteniendo las lágrimas.
Rachel se arrodilló a su lado, con voz suave y tierna. «Gracias por el vestido de novia. Puede que nuestro matrimonio no fuera real al principio, pero tú pusiste todo tu corazón en ello: el vestido, los anillos, los regalos. Lo hiciste todo por mí. Así que hoy quiero hacer algo por ti. Me he puesto el vestido de novia y voy a casarme contigo. Mira, incluso he preparado el lugar, así que no puedes decir que no. Ah, y también tengo algo especial para ti».
Rachel se levantó, con los pies hundiéndose en la arena blanda, y caminó hacia el piano blanco.
«Allan, esta canción es para ti», anunció.
Sus dedos se movieron por las teclas, llenando el aire con una hermosa música. Cada nota era como una pequeña chispa que flotaba en los oídos de Allan.
La brisa jugaba con su largo cabello negro.
Las olas rompían suavemente, con un ritmo constante.
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Pero en ese momento, nada de eso importaba.
Lo único que llenaba el aire era la melodía que ella tocaba.
No era otra que la marcha nupcial.
Cuando la música se detuvo, ella regresó y tomó la mano de Allan.
«Allan, puede que nuestra boda se haya retrasado, pero ahora lo he conseguido. Terminemos la ceremonia juntos, ¿vale?».
Todos contuvieron la respiración, esperando la respuesta de Allan.
Pero, para sorpresa de todos, Allan reunió todas sus fuerzas y dijo con voz ronca: «¡No!».
Todos se quedaron impactados cuando Allan se negó de repente. Su voz débil y ronca apenas se oía por encima del sonido de las olas.
«Rachel… gracias por todo esto… pero no me lo merezco».
Se volvió hacia Alban, con los ojos transmitiendo algo que no podía decir.
Alban pareció entenderlo de inmediato y le entregó un sobre a Rachel.
Rachel dudó, apretando el sobre con fuerza.
«¿Esto… es para mí?», preguntó.
Alban asintió solemnemente. «Sí, el Sr. Vance lo escribió él mismo mientras aún podía. Por favor, léelo».
El corazón de Rachel latía con fuerza mientras abría la carta.
En el instante en que sus ojos se posaron en la familiar letra de Allan, se le cortó la respiración. Sus manos temblaban ligeramente mientras comenzaba a leer:
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