El requiem de un corazón roto - Capítulo 872
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Capítulo 872:
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Allan cerró lentamente los ojos por un momento, como diciendo que lo entendía.
Esa tarde, Alban y Lizzie llegaron juntos, llevando una caja grande.
«¿Por qué es tan grande la caja?», preguntó Rachel con curiosidad.
Allan luchó por hablar, con voz ronca, lenta pero llena de emoción. «¡Un vestido de novia! Mira… a ver si te gusta».
Las lágrimas corrían por el rostro de Rachel. «Está bien», susurró.
Abrió la caja con cuidado y, con la ayuda de Alban y Lizzie, sacaron el vestido de novia.
El vestido de novia caía con elegancia, brillando como la luz de la luna. Era ligero como el aire, blanco como la nieve recién caída y decorado con diamantes que centelleaban bajo la luz, como un cielo lleno de estrellas.
Lizzie apagó las luces y, sorprendentemente, la habitación se iluminó aún más. Los diamantes del vestido emitían un suave resplandor, haciéndolo aún más impresionante.
Rachel se acercó a Allan y dijo con certeza: «¡Me encanta! Gracias, Allan. ¡Me encanta de verdad!».
«Eso es… genial», dijo Allan lentamente, luchando por articular las palabras. Sus ojos se movieron antes de preguntar: «Mañana, ¿puedes… llevarme… al mar?».
Todos respondieron al unísono: «Por supuesto».
Esa noche, una vez que Allan se durmió, Rachel sacó con cuidado el vestido de novia. Sin pensarlo dos veces, se lo puso. Le quedaba perfecto, como si hubiera sido hecho para ella. Los diamantes del dobladillo brillaban bajo la luz de la luna, haciéndolo aún más impresionante. Pero en el fondo, su corazón estaba dolorido.
Rápidamente tomó una decisión y salió esa misma noche en busca de un organizador de bodas. Allan había hecho tanto por ella desde el día en que se conocieron. Ahora era su turno de hacer algo por él.
Cuando los primeros rayos de sol asomaron entre las nubes, los preparativos de la boda, que se habían hecho durante toda la noche, estaban finalmente listos.
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No había invitados, ni oficiante, solo el mar y el cielo.
Una suave brisa marina soplaba, llevando el aroma de la sal y levantando suavemente los bordes de su vestido de novia.
Con el vasto mar azul y el cielo como telón de fondo, toda la escena de la boda parecía un sueño, casi irreal.
Las flores, la vegetación, el sonido de las olas, la música suave y un piano blanco cerca… todo se unió para crear el escenario perfecto para una boda.
A las ocho de la mañana, la playa estaba bañada por la luz dorada del sol, con un suave resplandor rojizo en el cielo. Todo era precioso.
Lizzie y Alban llegaron, empujando la silla de ruedas de Allan hasta el lugar de la ceremonia.
En cuanto lo vio todo, se quedó completamente sin palabras.
«¡Allan!», gritó una voz familiar desde la distancia.
Lizzie giró rápidamente la silla de ruedas hacia la voz. Vio a una mujer con un vestido de novia blanco, con el velo en su sitio, levantando ligeramente la falda mientras corría hacia él. Al acercarse, aminoró el paso y caminó hacia él con pasos firmes. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, Allan pudo ver finalmente su rostro con claridad: era Rachel.
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