El requiem de un corazón roto - Capítulo 870
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Capítulo 870:
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Rachel no se sentía cómoda marchándose sin alguien que cuidara de Allan.
Poco después de terminar de comer, Alban y Lizzie aparecieron juntos. Lizzie se llevó a Allan a dar un paseo, mientras Alban le explicaba cuidadosamente a Rachel todos los detalles de los cuidados que debía darle.
Durante el viaje a la conferencia, Rachel le contó a Lizzie que el estado de Allan había empeorado.
A diferencia de otras ocasiones, Lizzie se tomó la noticia con más calma esta vez.
En el banquete posterior a la conferencia, Lizzie se comportó con confianza y naturalidad. A pesar de su corta edad, haber crecido en la acomodada familia Vance la había expuesto a estos círculos y había aprendido rápido.
Tras pasar años en el extranjero, especialmente después de recuperar la vista, Lizzie se integró a la perfección en las animadas conversaciones y brindis con la élite, ampliando su red de contactos sin esfuerzo. Esto, naturalmente, hizo que las conversaciones de negocios fluyeran con mayor facilidad.
Al final del banquete, Lizzie estaba, como era de esperar, borracha. Rachel la ayudó a subir al coche.
Preocupadas por Allan, decidieron regresar esa misma noche.
Durante el viaje de vuelta, Lizzie se aferró de repente a Rachel, con lágrimas corriendo por su rostro.
«Rachel, ¿cómo ha empeorado tanto Allan en tan poco tiempo? No puedo soportar la idea de verlo en una silla de ruedas. Si alguien de mi familia tenía que sufrir, ojalá hubiera sido yo. Ojalá nunca hubiera recuperado la vista mientras Allan siga sano».
Rachel le secó las lágrimas con delicadeza y le susurró:
«No digas eso, tonta».
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Pero en el fondo, ambas sabían que la mejor manera de ayudar a Allan ahora era llevar bien su empresa, para que no tuviera más preocupaciones.
Tardó un mes entero en llegar la silla de ruedas personalizada de Allan.
Para entonces, su estado había empeorado mucho más de lo que nadie había previsto. Su cuerpo, antes fuerte, se había debilitado, y sus músculos se habían atrofiado hasta el punto de que ya no podía caminar ni alimentarse por sí mismo. Cada movimiento era dolorosamente lento y agotador.
Aparte de Rachel, todo un equipo médico permanecía de guardia en casa para atender sus necesidades.
Rachel dejó todo su trabajo para cuidar de él ella misma. Sabía, con gran pesar, que a Allan no le quedaba mucho tiempo.
Se había perdido los últimos momentos de Jeffrey, un remordimiento que llevaría consigo para siempre. Esta vez, se quedaría con Allan hasta el final, asegurándose de que abandonara este mundo en paz.
Pasara lo que pasara, no se separaría de él.
El equipo médico había convertido la habitación de Allan en una especie de mini clínica, llena de aparatos médicos y equipos estériles, que le quitaban toda la calidez al espacio.
Queriendo cambiar eso, Rachel trajo muchas plantas verdes y flores frescas.
Colocó las plantas en todos los rincones, dando vida al espacio y levantando el ánimo de Allan.
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