El requiem de un corazón roto - Capítulo 862
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Capítulo 862:
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Cuando Rachel llegó, se encontró con Chloe de nuevo, por casualidad.
Después de una noche de descanso, Chloe había vuelto a ser la de siempre, rebosante de confianza. Calzada con tacones altos, se dirigió hacia Rachel con su actitud tan aguda como siempre.
«Rachel, no creas que has ganado. Hay mucho tiempo para que las cosas cambien, y no siempre conseguirás lo que quieres».
«¿Ah, sí?», respondió Rachel con una sonrisa fría. «Entonces espero que algún día consigas exactamente lo que quieres».
—¡Ja! —Chloe se burló, despidiéndola con un movimiento de pelo mientras entraba en la sala de reuniones.
Rachel la siguió, con el aire a su alrededor cargado de tensión. Había algo diferente en esta reunión.
En el pasado, la sala siempre había estado abarrotada de documentos y el ambiente era tenso por la expectación. Pero hoy, el ambiente era inesperadamente relajado, con un suntuoso surtido de refrescos dispuesto en el centro.
Los demás ejecutivos intercambiaron miradas curiosas. —¿Tiene el Sr. Vance buenas noticias que anunciar hoy?
«Quizás», fue la respuesta especulativa.
A las nueve de la mañana, la reunión comenzó puntualmente.
Rachel escuchaba con atención, moviendo rápidamente el bolígrafo por su cuaderno mientras tomaba notas diligentemente.
«¡Rachel Marsh!», la voz de Allan rompió inesperadamente el ritmo al terminar la reunión.
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Sorprendida, Rachel se puso de pie, con los ojos ligeramente abiertos.
«¡Ven aquí un momento!».
Rachel se dirigió hacia delante y Allan se levantó para recibirla. Se quedaron de pie, uno al lado de la otra, a la cabecera de la larga mesa de conferencias.
«Gracias a todos por vuestra atención durante esta larga reunión», comenzó Allan, con voz firme, pero cargada de expectación. «Tengo un anuncio muy importante que hacer».
Extendió la mano hacia Rachel, mirándola a los ojos con intensa tranquilidad.
Rachel dudó un instante y luego colocó su mano en la de él, con un toque firme y decidido.
Él apretó la mano de ella con fuerza, en una promesa silenciosa.
La sala quedó sumida en un silencio sepulcral, todos esperando con expectación.
En ese momento, Alban entró con una caja de terciopelo rojo, cuyo intenso color brillaba bajo las luces. En su interior, un anillo resplandecía, con su diamante reflejando la luz de forma deslumbrante.
Allan tomó el anillo con reverencia y lo deslizó en el dedo de Rachel con mano firme.
Rachel, con una suave sonrisa, imitó su gesto y colocó otro anillo en su dedo.
Sus manos se entrelazaron, en un momento tan eterno como el vínculo que acababan de sellar.
Con una profunda inspiración, Allan se volvió hacia la sala y declaró, con voz segura: «Les presento formalmente a mi esposa, Rachel Marsh».
Una ola de aplausos recorrió la sala, comenzando con unos pocos aplausos y creciendo rápidamente hasta convertirse en un crescendo de vítores de alegría.
«¡Que sean felices juntos toda la vida!», gritó una voz.
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