El requiem de un corazón roto - Capítulo 859
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Capítulo 859:
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Yvonne, Natalia y Allan intercambiaron miradas. Allan, siempre honesto, no se atrevía a atribuirse el mérito de algo que no había hecho. Justo cuando estaba a punto de aclararlo, Yvonne y Natalia lo interrumpieron rápidamente.
«¡Allan, trabajaste muy duro anoche!».
Allan, más sorprendido que nunca, parpadeó desconcertado. «¿Eh?».
«Nos quedaremos con Rachel», añadió Yvonne rápidamente. «Has estado despierto toda la noche. Ve a descansar. Cuando Rachel se encuentre mejor, volveremos todos juntos».
Al ver las señales desesperadas que le enviaban, Allan no se atrevió a corregirlas. Simplemente asintió con la cabeza, contuvo sus explicaciones y salió de la habitación a regañadientes.
Al salir del hotel, se sorprendió al ver que Brian aún no se había ido. La visión del coche le hizo detenerse.
Se acercó y la ventanilla del coche se bajó. Apareció el rostro de Brian, con una expresión indescifrable.
—¿Está despierta? —preguntó con voz tranquila.
—Sí, está despierta y se encuentra bien. Gracias por anoche. Y… te debo una disculpa. Rachel pensó que era yo quien la estaba cuidando y acabé atribuyéndome el mérito de lo que tú hiciste. Te debo una.
Por un instante, Allan creyó ver un destello de decepción en el rostro de Brian, pero desapareció en un abrir y cerrar de ojos, sustituido por su habitual compostura.
—Cuídala bien —dijo Brian en voz baja, volviendo su atención hacia Ronald—. Vamos.
Al día siguiente, Rachel regresó con todos.
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El trayecto estuvo lleno de bromas y risas. Yvonne y Natalia mantuvieron el buen humor con chistes y cantando de vez en cuando, haciendo que pareciera casi una celebración.
Allan se sentó en silencio, observando a Rachel sonreír y reír con el rabillo del ojo. Para él, esa sonrisa era todo el sentido que necesitaba en su vida.
Cuando llegaron a casa, el aroma apetitoso de la comida recién hecha inundó el aire en cuanto se abrió la puerta.
Rachel entró y se quedó boquiabierta al ver la elaborada mesa.
«¿Quién ha hecho todo esto?», preguntó, con la curiosidad despertada.
Allan la guió suavemente hacia una silla. «Le pedí a Alban que trajera a una nutricionista. Ella se encargará de todas tus comidas mientras te recuperas. Has pasado por mucho, así que tómate tu tiempo para descansar y vuelve al trabajo solo cuando estés lista».
Rachel respondió: «¿No es demasiado?».
—Tienes que cuidarte mucho —dijo Allan con voz seria—. Sé que perder a Jeffrey ha sido duro. Has estado sonriendo todo el camino para que Yvonne y Natalia no se preocuparan. Pero conmigo no tienes que contenerte. Llora si lo necesitas. Estoy aquí y te daré todo el tiempo que necesites para superarlo.
Rachel lo miró con gratitud. «Gracias, Allan».
Dos semanas más tarde, Rachel volvió al trabajo.
Sintió que le quitaban un peso de encima al ver que Samira había mantenido todo en orden durante su ausencia, por lo que no tenía mucho de qué preocuparse.
Cuando entró, le pareció que la oficina se había transformado en un jardín lleno de vida y flores. Las flores se mecían suavemente, mostrando su belleza. El ambiente vibrante y la delicada fragancia le levantaron el ánimo al instante.
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