El requiem de un corazón roto - Capítulo 854
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Capítulo 854:
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Sin perder un momento más, Natalia marcó rápidamente el número de Brian.
Le temblaban los dedos al acercarse el teléfono a la oreja.
No tenía ni idea de si él respondería; después de todo, cuando Rachel se casó con Allan, Brian había desaparecido. Nadie sabía adónde había ido. Ronald había mencionado algo sobre una isla, un lugar donde Brian había ido a esconderse, a escapar de su propio dolor.
Natalia lo comprendió. Brian se había marchado para no perturbar la boda, obligándose a aislarse, con la esperanza de olvidar.
Pero justo cuando empezaba a perder la esperanza, el teléfono sonó una vez más, y entonces se oyó la voz de Brian.
«Brian, Rachel está desaparecida. Se enteró de la muerte de Jeffrey hoy… Estaba destrozada, y ahora… no sabemos dónde está. Hemos buscado por todas partes…»
Antes de que pudiera terminar, oyó el rugido de un motor, y la voz de Brian era aguda y urgente. «Voy para allá. Sigue hablando».
«Yvonne y el Sr. Vance llevaron a Rachel a la tumba de Jeffrey hoy temprano. Rachel dijo que necesitaba estar a solas con él por un tiempo. Cuando la revisaron más tarde, ella estaba…»
Se fue. «He pedido ayuda a mi padre y la policía está implicada, pero aún no la hemos encontrado».
«¿Has buscado en los alrededores?» preguntó Brian, con la voz tensa por la urgencia.
«Sí, hemos cubierto cada centímetro».
«¿Y los lugares que Jeffrey solía visitar?», insistió, con la mente acelerada.
«También comprobado».
Brian exhaló bruscamente. «Sigue buscando. Yo buscaré en otra parte. Nos separaremos».
«De acuerdo».
En el helicóptero, Brian ordenó a su equipo que escaneara las zonas donde podría estar Rachel, pero no la encontraron.
Entonces, un recuerdo parpadeó: la casa de la abuela de Rachel.
Era un lugar cálido en la infancia de Rachel, un lugar donde ella y Jeffrey habían pasado sus momentos más felices.
Por aquel entonces, su abuela estaba viva y la vida le había parecido sencilla, incluso dichosa.
El instinto de Brian le decía que Rachel podría haber vuelto a ese lugar familiar.
Dirigió el helicóptero hacia el lugar remoto.
Tras atravesar las escarpadas colinas, por fin divisó la familiar y desgastada verja. La pintura estaba descascarillada, señal silenciosa de abandono.
Sin dudarlo, Brian la abrió de un empujón.
La casa era pequeña, invadida por la maleza y las telarañas, carente de vida.
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