El requiem de un corazón roto - Capítulo 853
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Capítulo 853:
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«Rachel…» La voz de Yvonne se quebró mientras gritaba, con el corazón saltándole en el pecho.
Le siguió la voz de Allan, igual de preocupada, pero no hubo respuesta. Empezaron a buscar juntos, sus ojos escudriñando cada rincón, cada sombra, pero no había rastro de ella.
El miedo se convirtió rápidamente en pánico, y se separaron para buscarla, gritando su nombre desesperadamente, esperando una respuesta.
Allan se puso en contacto con todos los recursos a su alcance, recurrió a sus contactos e incluso denunció la desaparición de Rachel a las autoridades.
Pero a medida que el sol se ocultaba en el horizonte, seguía sin haber noticias.
Sus teléfonos permanecían en silencio, las llamadas sin contestar.
Yvonne, desesperada, se puso en contacto con Natalia, que prometió pedir ayuda a su padre. Pero las horas pasaban sin noticias.
A medida que pasaban los minutos, Yvonne sentía un cosquilleo cada vez más intenso en el pecho.
El arrepentimiento y la culpa la invadieron, y no pudo acallar la creciente voz en su mente. Debería haberlo sabido. No debería haberle ocultado la verdad a Rachel. Jeffrey había sido todo el mundo para Rachel, y mantener su muerte en secreto había destrozado a Rachel de un modo que Yvonne no había previsto.
Revelar la verdad ahora parecía haber dejado a Rachel hueca, como si toda la vida se hubiera drenado de ella.
El miedo se apoderó del corazón de Yvonne: estaba aterrorizada de que Rachel, perdida y rota, pudiera hacer algo irreversible.
De pie, sola en el cementerio, Yvonne sintió la ligera lluvia que empezaba a caer, sus gotas frías sobre su piel. Pero fue el miedo que corría por sus venas lo que la hizo estremecerse.
Natalia, con el rostro pálido por el miedo, corrió hacia Yvonne y la abrazó con fuerza. «Yvonne, ¿qué vamos a hacer? Me aterroriza que Rachel pueda…»
Yvonne la interrumpió rápidamente, con la voz temblorosa mientras hablaba, intentando serenarse. «No, ella no hará nada imprudente. Es fuerte».
«Sí, tenemos que confiar en ella», susurró Natalia, con voz pequeña pero decidida.
Se separó de Yvonne y, respirando hondo, dijo: «Llamaré de nuevo a mi padre, le pediré que envíe más gente. Necesitamos toda la ayuda posible».
Tras una pausa, añadió con vacilación: «Yvonne, creo que deberíamos informar a Brian. Tal vez él pueda ayudar».
Yvonne permaneció en silencio, con los pensamientos nublados por el peso del momento.
Natalia prosiguió, con voz más suave pero insistente: «Cuanta más gente busque, mejor. No podemos quedarnos cortos de personal».
Yvonne asintió lentamente, sus ojos reflejaban una mezcla de cansancio y determinación. «Tienes razón. Hazlo».
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