El requiem de un corazón roto - Capítulo 852
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Capítulo 852:
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No pasaron varios minutos hasta que un sonido salió de sus labios: un sollozo desgarrador que parecía resonar en la quietud, crudo y lleno de angustia.
Sus gritos eran irrefrenables, cada uno de ellos impregnado de un dolor tan profundo que parecía que podía desgarrar el aire. Cualquiera que los oyera sentiría el peso de su dolor en los huesos.
No supo cuánto tiempo lloró, pero cuando sus sollozos se calmaron gradualmente, se puso en pie temblorosamente, con las piernas inestables debajo de ella. Su mirada se desvió hacia Yvonne, su voz apenas un susurro.
«¿Dónde está la tumba de Jeffrey? Necesito verlo».
Yvonne, con los ojos nublados por la pena, asintió. «Te llevaré». Ella y Allan permanecieron cerca mientras caminaban.
La tumba descansaba apaciblemente en una colina, rodeada de un paisaje tranquilo, casi sagrado. El aire estaba en calma mientras subían la suave pendiente, el sonido de sus pasos era lo único que rompía el silencio. Yvonne señaló una sencilla lápida.
«Ahí es donde está enterrado».
Rachel se quedó mirando la piedra en blanco, con el corazón apretándosele en el pecho.
«¿Por qué… por qué no hay nada en él?»
La voz de Yvonne temblaba mientras explicaba: «Por aquel entonces, estabas tan decidida a dejar a Brian, a desaparecer de su alcance. Le dije que habías muerto, que éste era tu lugar de descanso. Por eso no hay inscripción. Otra razón fue que sabía que acabarías descubriendo la verdad, y quería que tú decidieras qué debía escribirse».
Rachel asimiló las palabras de Yvonne en silencio y luego asintió lentamente, con las emociones a flor de piel.
«Gracias por traerme aquí. Pero yo… Necesito un tiempo a solas con él. Quiero hablar con él».
Tanto Yvonne como Allan asintieron, dando un paso atrás en señal de comprensión. Rachel se arrodilló ante la tumba y sus manos recorrieron suavemente la fría y lisa piedra como si pudiera atravesarla y tocarlo. Su voz se quebró cuando por fin habló, con las palabras impregnadas de todo el dolor que había llevado dentro durante tanto tiempo.
«Jeffrey… He venido a verte. Perdóname. He venido demasiado tarde. Probablemente me has estado esperando, ¿no? Es todo culpa mía. Te echo tanto de menos. Nadie me dijo la verdad. Seguí esperándote, creyendo en ellos, confiando en ellos… pero me mintieron. Tenía todo planeado para cuando finalmente estuviéramos juntos. Iba a traerte a casa, prepararte tu comida favorita y visitar nuestra antigua casa. Pero me dejaste. Ni siquiera pude despedirme».
Rachel pasó lo que parecieron horas a solas con Jeffrey, sus palabras eran suaves murmullos transportados sólo por el viento.
Yvonne y Allan, comprendiendo el peso de su pena, se quedaron atrás, ofreciéndole el espacio que necesitaba. Se sentaron en silencio, su presencia era poco más que un consuelo lejano.
Pero a medida que el silencio se prolongaba y el cementerio se quedaba inusualmente quieto, intercambiaron miradas de preocupación antes de levantarse.
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