El requiem de un corazón roto - Capítulo 838
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Capítulo 838:
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Era como si hubiera estado esperando esa voz, con la esperanza de que alguien le pidiera que se quedara.
Pero enseguida se dio cuenta de que sólo se lo había imaginado.
Allan permaneció en silencio.
«¡Mamá! ¡Mamá! ¡Aguanta!»
Trudy se giró sorprendida por la voz. Lizzie corrió hacia ella.
«Mamá, ¿por qué no te quedas a cenar con nosotros?».
La mirada de Trudy se desvió instintivamente hacia Allan, pero él no dijo nada. Palmeó suavemente la mano de Lizzie.
«No puedo, cariño. Mi vuelo está a punto de salir. Si me quedo más tiempo, lo perderé».
Lizzie vaciló, insegura de qué decir, y sólo pudo observar cómo la figura de su madre se desvanecía lentamente en la distancia.
Una vez que Trudy se hubo ido, la animada charla y las risas de la sala del banquete se reanudaron gradualmente, como si nada hubiera ocurrido.
Allan se hundió en su asiento y miró a Rachel, con voz suave.
«¿Estás bien?»
Rachel asintió con la cabeza, forzando una sonrisa.
«Estoy bien. Es sólo que… no esperaba que tu madre apareciera».
Allan dejó escapar un suspiro, con expresión complicada.
«Nunca estuvo muy presente cuando yo era niño, así que tampoco esperaba que viniera. Quizá Lizzie le contó lo de la boda».
Rachel volvió a asentir, aunque un extraño malestar se instaló en su pecho.
Sabía que la boda no era real, pero Trudy parecía creer lo contrario. Y ahora, con todos los regalos extravagantes -las joyas dignas de la realeza, la enorme finca y, lo más importante, el preciado brazalete heredado de la familia-, le resultaba cada vez más difícil encontrar una salida.
Por ahora, lo único que podía hacer era ir paso a paso.
Después del banquete, Allan llevó a Rachel a su casa.
La villa era lujosa, situada en pleno centro de la ciudad. Cada detalle de la decoración reflejaba el refinado gusto de Allan.
Rachel parpadeó sorprendida. Había supuesto que se mudarían a su casa anterior, no a una nueva.
«¿Acabas de conseguir este lugar?»
«No exactamente. La compré hace un tiempo y la remodelé. Siempre se pensó que sería un hogar para cuando me casara».
Rachel se tensó.
«Pero… en realidad no estamos casados. Esto es sólo…»
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