El requiem de un corazón roto - Capítulo 821
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Capítulo 821:
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«¡Espera!»
Dejó escapar un largo y cansado suspiro, como si acabara de tomar una pesada decisión.
«Se lo devolveré yo mismo».
«Entonces déjame ir contigo.»
«Eso no será necesario. Tengo otras cosas que discutir con él de todos modos».
Rachel no se sorprendió cuando la recepcionista la detuvo en el vestíbulo del edificio de la empresa.
Obviamente era nueva, y bloqueó el paso de Rachel con una sonrisa cortés.
«Lo siento, pero no puede entrar sin cita previa».
Sin perder tiempo, Rachel sacó su teléfono y llamó a Ronald, pero él no contestó.
Llevaba un rato esperando cuando se acercó una encargada. Rachel solía trabajar aquí y, aunque nunca fueron muy amigas, estaba segura de que la encargada la reconocía.
Para su consternación, el director no hizo ninguna excepción con ella.
«Ha dimitido, Sra. Marsh, lo que significa que ya no tiene acceso al edificio. Tendrá que concertar una cita».
«Tienes razón, estoy aquí como socio del…»
«Compañía».
«¿Ah, sí?» El director sonrió. «Entonces, por favor, muéstrenos sus credenciales».
Rachel no los había traído, por supuesto, así que tuvo que llamar a Samira para que los trajera.
«¡Lo tengo, estoy en camino!»
Finalmente, el director dejó de fingir y se burló.
«¿Por qué molestarse en darse aires? Si quieres entrar, sólo tienes que llamar al Sr. White. Si él te da permiso, entonces eres libre de entrar».
Efectivamente, ésa sería la forma más fácil. Pero Rachel no quería ningún contacto innecesario con Brian.
En lugar de discutir con el director, eligió un sitio en el vestíbulo y se sentó.
«¿Quién es?», preguntó la recepcionista curiosa al director.
¿»Ella»? Alguien que soñaba más allá de su alcance. Cuando aún trabajaba aquí, a menudo se le insinuaba al Sr. White. He oído que ella es bastante del tipo pegajoso, también. »
«Sin embargo, no parece ser ese tipo de persona».
«¡Cuidado! Puede parecer inocente, pero es una intrigante hasta la médula».
Rachel hizo todo lo posible por ignorarlos, pero hablaban tan alto que no podía ni echarse una siesta.
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