El requiem de un corazón roto - Capítulo 805
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 805:
🍙🍙🍙🍙 🍙
«Claro».
En cuanto se sentó, Rachel se volvió hacia Alban. «¿Podrías traerme una cuchara de plástico?»
Allan frunció el ceño. «¿Por qué uno de plástico?»
Rachel suelta una risa tímida. «Accidentalmente me torcí la muñeca mientras cocinaba. Ahora, sujetar esta cuchara tan pesada me escuece un poco».
La preocupación de Allan aumentó. «Déjame ver».
Rachel levantó la mano, mostrando un yeso fresco envuelto alrededor de su muñeca. «Unas horas de reposo estarán bien».
Acababa de coger la tirita de la enfermería. En cuanto a su herida, fue un añadido de última hora.
«Lo comprobaré después de comer».
Rachel sonrió. «¡Oh, no es nada! Ya me he encargado yo. Pero si de verdad te sientes culpable, ¿por qué no usas también una cuchara de plástico? Prefiero los cubiertos uniformes. Es más agradable a la vista».
Allan no dudó. «De acuerdo».
Alban cogió rápidamente unas cucharas de plástico.
A lo largo de la comida, la conversación fue escasa, pero la expresión de Allan permaneció tranquila y cálida. Comió a un ritmo constante, sin prisa pero contento.
Justo cuando estaban terminando, Natalia irrumpió de repente en la habitación.
«¡Rachel! Déjame decirte…» Natalia irrumpió en la habitación, sin aliento.
Pero en cuanto vio a Allan, su entusiasmo decayó. Se enderezó y le saludó con una sonrisa torpe. «¡Oh! Hola, Sr. Vance.»
Allan enarcó una ceja. «¿Me conoces?»
«He oído a Rachel hablar de ti.»
Sus labios se curvaron ligeramente, claramente complacido. «Adelante, charlad. No os preocupéis por mí».
Rachel miró a Natalia. «Sólo di lo que sea».
Al notar lo a gusto que Rachel y Allan se sentían el uno con el otro, Natalia se animó de nuevo. «Rachel, te debo una por la comida de antes. No tienes ni idea, ¡por fin tengo en mis manos ese collar que me moría por tener!».
Rachel parpadeó. «Espera… ¿mi comida valía tanto?»
«Por supuesto. Alguien cayó en la tentación y tuvo que pagar mucho por probarlo. Rachel, te digo que hoy he encontrado oro, todo gracias a ti».
Rachel se dio cuenta al instante.
«Si hubiera sabido que era una oferta tan buena, habría empezado una guerra de ofertas», bromea Rachel.
Natalia se inclinó con una sonrisa socarrona. «Rachel, si hicieras eso, probablemente alguien vaciaría toda su cuenta bancaria. ¿Quieres probarlo?»
.
.
.