El requiem de un corazón roto - Capítulo 798
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 798:
🍙🍙🍙🍙 🍙
Tras la marcha de Rachel, Natalia había sido enviada al extranjero durante un tiempo. Una vez que confirmó que Rachel estaba a salvo, habían mantenido el contacto por Internet, pero hacía mucho tiempo que no se veían en persona.
La voz de Brian era baja cuando finalmente volvió a hablar. «Volvamos».
No se dejó engañar. Lo conocía demasiado bien: bajo su tono tranquilo había puros celos y frustración.
«Ahora estás molesto, ¿eh?» Dejó escapar un suspiro dramático. «Pero no olvidemos cuántas veces hiciste que Rachel se sintiera así».
Natalia negó con la cabeza. «Bueno, el amor se basa en los altibajos, Brian. Tal vez una vez que hayas sentido todo el dolor por el que la hiciste pasar, ella vuelva a ti».
Las manos de Brian se cerraron en puños. Su voz apenas pasó de un susurro. «¿De verdad crees que ese día llegará?»
Él cerró los ojos antes de que ella pudiera responder, casi demasiado asustado para escuchar la verdad.
Mientras Rachel llevaba a Allan de vuelta a la habitación del hospital, lo miró.
«¿Qué te apetece cenar?»
Antes de que Allan pudiera responder, Alban intervino,
«Al Sr. Vance le gusta el pescado».
Allan le lanzó una mirada fulminante.
«¡Nadie te ha preguntado!»
Rachel se rió entre dientes.
«De acuerdo, te traeré algo de pescado y verduras. Serán ligeros y fáciles de digerir».
Allan apenas dudó.
«Y algunas gambas.»
Rachel enarcó una ceja.
«Aún no te has recuperado del todo. Los camarones y la mayoría de los mariscos son duros para el estómago».
Alban sonrió satisfecho.
«Sra. Marsh, ¿no se da cuenta? Sólo te pide tus platos favoritos. Quiere que coma con él».
Rachel se volvió hacia Allan y sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.
«De acuerdo», aceptó sin vacilar. «Iré a comprar los ingredientes y empezaré a cocinar».
Apenas había salido por la puerta cuando una voz familiar la llamó.
«¡Rachel!»
.
.
.