El requiem de un corazón roto - Capítulo 788
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Capítulo 788:
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«Alban, paraguas.» La voz de Allan llegó con una orden silenciosa. En un instante, su ayudante se adelantó, protegiendo a Rachel de la lluvia.
Al sentir que se cubría de repente, Rachel se giró ligeramente y ofreció una cálida sonrisa. «Allan, es sólo una llovizna. En realidad no es nada».
«No te muevas. Yo lo sostendré».
Cuando subieron al coche, Rachel hizo un gesto a Samira para que se uniera a ellos. Por el camino, hizo las presentaciones.
«Alban, ¿podrías hacerme un favor? Necesito que lleves a Samira a casa esta noche».
«Me encantaría».
Esa noche, una vez que Rachel estuvo a salvo en casa, Samira hizo una llamada. «Sr. White, estoy con Rachel ahora. Hay algo que no estoy segura si debo mencionar».
«No lo hagas». La respuesta de Brian fue inmediata, firme. «No hay necesidad de ponerme al día sobre ella».
«Entendido. Pero hay una excepción. Si alguna vez está en peligro, llámame. No importa la hora que sea».
Al terminar la llamada, una oleada de emoción invadió a Samira. Había sido testigo de primera mano de los momentos que Rachel y Brian habían compartido, cuando Brian la daba por sentada. Cuando se dio cuenta de lo que ella significaba para él, Rachel ya había seguido adelante. El amor nunca esperaba.
Rachel llevaba más de un mes sin ver a Brian. Supuso que por fin había decidido cumplir su palabra. Pero el destino tenía otros planes.
Se encontraron en una conferencia organizada por terceros a la que ambos habían sido invitados.
Si aquel primer encuentro había sido una coincidencia, Rachel lo dejó pasar. Pero cuando volvió a ocurrir menos de una semana después, no pudo ignorar el patrón.
Después de la reunión, se quedó en la entrada, esperándole.
En cuanto Brian salió y la vio, se le iluminó la cara, pero antes de que pudiera decir una palabra, Rachel le interrumpió bruscamente. «Sr. White, usted me dio su palabra. Espero que la cumpla, ¿De verdad creía que organizar una reunión como esta y escenificar una ‘coincidencia’ pasaría desapercibido?».
Ya no era la chica ingenua que conoció.
«No es lo que piensas».
«Confío en lo que veo con mis propios ojos. Si quieres que te crea, haz lo que prometiste: aléjate de mi vista».
La conferencia entraba en su segundo día y el ambiente se llenaba de entusiasmo. Se había corrido la voz de que varias personalidades compartirían sus puntos de vista.
Rachel, ansiosa por vivir la experiencia, llegó pronto.
Nada más sentarse, alguien le entrega la agenda del día. Pero en lugar de leerla, la dejó a un lado, prefiriendo dejarse sorprender.
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