El requiem de un corazón roto - Capítulo 777
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Capítulo 777:
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«Bien».
Brenda extendió la mano y sus dedos recorrieron los bordes de los viejos manuscritos. Algunas páginas estaban amarillentas, otras tenían las arrugas del tiempo. Sin embargo, todas habían sido cuidadosamente conservadas.
Los recorrió con la punta de los dedos una y otra vez, como si intentara grabar su textura en la memoria.
Entonces, sin previo aviso, su visión se nubló. Las lágrimas brotaron, amenazando con derramarse sobre los papeles. En el último segundo, se dio la vuelta y se las secó con el dorso de la mano.
No eran sólo bocetos.
Eran trozos de ella: su trabajo, su dedicación, su pasado.
Durante años de lucha, a través de continentes, había permanecido junto a Allan, impulsada por el amor.
Pero por mucho que se sacrificara, había una verdad que no podía ignorar: su pasión por el diseño siempre había sido real. Le encantaba sentir el pincel en la mano, la forma en que las pinceladas daban vida a las ideas, la tranquila satisfacción de crear.
Pero ahora…
El hombre que una vez había apreciado, la carrera en la que había volcado su alma… ambos se le escapaban.
Una década de perseverancia, triunfos y fracasos, todo para llegar a este momento. Una despedida que nunca pensó que tendría que hacer.
«¡Empaca todo esto y envíaselo a Rachel!» ordenó Brenda, quitándose los últimos restos de lágrimas. Su voz era firme, su decisión definitiva.
Su ayudante vaciló y apretó con fuerza los bordes de los documentos. «Sra. Myers, es el trabajo de su vida. Puedo guardarlos de forma segura; podría llevárselos con usted cuando se vaya al extranjero».
Brenda negó con la cabeza. «No. Algunas cosas están destinadas a alcanzar todo su potencial en las manos adecuadas».
Especialmente los diseños inacabados. Quería que Rachel fuera la que los completara.
«Rachel tiene la habilidad, la visión y, lo que es más importante, la dedicación a esta industria. Es una de las diseñadoras con menos talento que he conocido. Sé que algún día dejará su huella en este campo».
«Pero…» Al asistente aún le costaba aceptarlo.
Brenda levantó una mano desdeñosamente. «Sólo empácalos. Y considéralo un agradecimiento personal. Me ha sustituido en un acto de negocios, se lo ha ganado. Pero no se los des todavía. Espera a que embarque».
«Entendido.»
Al mediodía, Rachel se toma por fin un breve descanso de su carga de trabajo. Justo cuando estaba a punto de reunirse con sus compañeros, una conversación en la sala de descanso le llamó la atención.
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