El requiem de un corazón roto - Capítulo 773
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Capítulo 773:
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En todos sus años juntos, rara vez la había abrazado así. Aparte de los raros momentos en que estaba enferma o demasiado borracha para mantenerse en pie, nunca la había abrazado así.
Detrás de sus ojos fuertemente cerrados, empezaron a formarse lágrimas.
Mientras se derramaban por sus mejillas, mojando su ropa, se aferró a Allan.
«¡Muy bien, lo entiendo!»
Brenda asintió con fiereza, como si tratara de convencerse a sí misma, aunque las lágrimas siguieran cayendo.
«Brenda», dijo Allan en voz baja, «sé que no quieres oírme decir ‘lo siento’, así que en vez de eso, sólo diré esto: te deseo un buen viaje por delante. Que encuentres a alguien que realmente te vea, te quiera y te aprecie como te mereces. Y cuando volvamos a vernos, espero verte feliz».
«¡Gracias!» Las palabras salieron tensas, con las emociones a flor de piel.
Le soltó y se dio la vuelta, saliendo corriendo sin mirar atrás. Cuando Rachel volvió a ver a Brenda en la fiesta, enseguida se fijó en sus ojos rojos e hinchados.
Antes se había apartado, sabiendo que escuchar a escondidas no era precisamente lo más honorable. Pero ahora, mirando la cara llena de lágrimas de Brenda, estaba claro que había confesado sus sentimientos a Allan, y el resultado no había sido a su favor.
Incluso a las mujeres más fuertes y capaces se les podía romper el corazón cuando se trataba de amor.
Rachel pensó en su propio pasado y, por una vez, se sintió aliviada por haberlo superado. Pero conociendo la personalidad de Brenda, no estaba segura de si elegiría aferrarse o dejarse llevar.
Antes de que pudiera seguir pensando en ello, la realidad la hizo retroceder.
Tenía una apuesta con Brenda, y asegurar el proyecto era su máxima prioridad. Sin embargo, las cosas habían dado un giro. Nuevos competidores habían entrado en escena, alterándolo todo. Las estrategias que había planeado ya no eran tan eficaces y, si no encontraba pronto un nuevo avance, ganar el proyecto sería casi imposible.
Tras días de incansable esfuerzo, por fin había presentado una propuesta revisada al jefe del proyecto. A pesar de la dura competencia, se sentía confiada.
Tras despedir al jefe de proyecto, se disponía a llamar a un taxi cuando algo la hizo detenerse.
Antes le había llamado la atención una figura conocida y, por alguna razón, no podía evitar la sensación de que era Brenda. Había oído que Brenda había estado evitando los eventos sociales últimamente, pero no podía confundirse con esa figura. Y a juzgar por la forma en que se balanceaba, sin duda estaba borracha.
Preocupada, Rachel, que acababa de subir a un taxi, pidió rápidamente al conductor que parara.
«Lo siento mucho, señor. Aun así le pagaré el viaje», le aseguró antes de salir a toda prisa.
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