El requiem de un corazón roto - Capítulo 755
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Capítulo 755:
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La mirada de Brenda se suavizó, aunque su determinación se mantuvo firme. «Tus ideas son audaces e innovadoras, algo de lo que este departamento podría beneficiarse de verdad. Después de considerarlo detenidamente, creo que las posibles recompensas justifican los riesgos».
Rachel se mantuvo firme, con una postura inquebrantable mientras hablaba con serena determinación. «Lo he pensado mejor y no seguiré con este proyecto».
Los ojos de Brenda se endurecieron, su autoridad era inconfundible. «¿Y por qué?», preguntó.
«Razones personales», respondió Rachel con sencillez, con un tono sereno pero firme, sin dejar lugar a más explicaciones.
La paciencia de Brenda se agotó. «Me temo que no puedo aceptar eso como explicación. Que quede claro: el socio pidió expresamente que tú dirigieras este proyecto. No importa quién te recomendara; ahora estás en mi departamento y seguirás mis órdenes. No tolero excepciones basadas en relaciones personales. Aquí se trata a todo el mundo por igual. O aceptas el reto o te vas. La decisión es tuya».
Rachel hizo una pausa, con expresión pensativa, antes de responder. «De acuerdo, lo consideraré seriamente».
Se dio la vuelta y se dirigió a su puesto de trabajo, pero antes de acomodarse, cogió el teléfono y llamó a Allan. Había sido él quien le había conseguido el puesto y le pareció justo hablar primero con él de su decisión.
Sin embargo, tras varios timbres, se encontró con el silencio. No contestó.
El teléfono de Allan se había quedado sobre su mesa y su ayudante, al oírlo sonar, lo había cogido y llevado a la sala de reuniones. Al ver el nombre de Rachel…
En la pantalla, Allan no dudó. Hizo una señal para que la reunión se detuviera y rápidamente le devolvió la llamada.
«Lo siento, olvidé mi teléfono antes», dijo Allan, su voz suave y tranquilizadora, como una brisa calmada. «¿Va todo bien? ¿Qué puedo hacer por usted?»
«Allan, yo…» La voz de Rachel se entrecorta y sus palabras titubean antes de tomar forma. Cuando le tendió la mano por primera vez, la decisión de dimitir parecía clara en su mente, pero ahora, llegado el momento, se encontró paralizada por la duda. Ya se había apoyado demasiado en él y la idea de agobiarle aún más le resultaba casi insoportable.
«Sólo una esfera de bolsillo», murmuró Rachel, la mentira le supo amarga.
Allan, intuyendo que había algo más tras su breve respuesta, no la presionó para que diera más explicaciones. En cambio, su voz se mantuvo firme y tranquilizadora, suavizando la tensión del ambiente. «Rachel, si tienes algo en mente o te enfrentas a algo difícil, no dudes en pedirme ayuda. Estoy aquí para ti, siempre».
«De acuerdo», murmuró Rachel, con el corazón un poco encogido por el consuelo de sus palabras.
Después de colgar, Allan se volvió hacia su ayudante y su mirada se endureció con una tranquila determinación. «Por favor, investiga la situación de Rachel. Tengo la sensación de que pasa algo más de lo que dice».
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