El requiem de un corazón roto - Capítulo 741
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Capítulo 741:
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«No pasa nada. No tardaré».
Curt sólo pudo asentir y suspirar para sus adentros.
Cuando sonó el timbre, Brenda echó un vistazo a la cámara de seguridad y se sorprendió al ver a Allan en su puerta. Abrió rápidamente la puerta.
«¡Qué sorpresa! No esperaba verte».
Eran amigos desde hacía muchos años, por lo que su relación iba más allá de la mera jerarquía profesional.
Allan miró su pelo mojado y enarcó una ceja. «Deberías secarte el pelo primero».
Brenda se encogió de hombros y se lo secó con una toalla. «¿Qué te trae por aquí a estas horas? ¿Ha surgido algo urgente en la empresa?».
Mientras hablaba, preparó una taza de café y la puso delante de Allan.
Bebió un sorbo antes de decir: «Esto no está del todo relacionado con el trabajo, en realidad es más bien personal. Es muy importante para mí».
Brenda soltó una leve risita. «¿Por qué tan seria? Di lo que has venido a decir».
Allan dejó la taza y fue directo al grano. «Rachel Marsh acaba de incorporarse a su empresa por recomendación mía».
Brenda se detuvo, sorprendida una vez más. Se reclinó lentamente en su asiento y sus labios se curvaron en una sonrisa burlona. «Bueno, ya me lo imaginaba. Sólo que no esperaba que fueras tan directo con esta señora».
«Ella es diferente de las demás mujeres», respondió Allan con suavidad. «He revisado su historial laboral y estudiado detenidamente sus antecedentes. Puede que haya hecho diseño de marcas, pero no es especialmente experta en diseño de joyas. Tiene problemas de salud, así que no quiero que su trabajo sea demasiado agotador. Dicho esto, espero que reconsideres su asignación al proyecto de diseño de joyas».
El tono de Allan era tranquilo, pero sus intenciones eran altas y claras.
Brenda se tomó su tiempo para responder. Su primer instinto fue negarse, pero tuvo que preguntar: «Dices que es diferente de otras mujeres. ¿En qué sentido?»
La expresión de Allan se tornó repentinamente seria, algo poco habitual en él. Tenía los labios apretados en una fina línea, como si tratara de evitar que las palabras salieran de su boca.
«De acuerdo, déjame reformular mi pregunta», bromeó Brenda. «¿Estás enamorado de ella?»
«No es lo que estás pensando».
«¿Qué es, entonces?»
Brenda estaba curioseando en ese momento, y la cara de Allan se arrugó con evidente malestar. Casi podía verle interponiendo una barrera entre ellos. Al final, chasqueó la lengua y levantó las manos. «Está bien. Me lo pensaré».
«¡Genial! Muchas gracias. Se está haciendo tarde. Me tengo que ir».
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