El requiem de un corazón roto - Capítulo 737
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Capítulo 737:
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La mirada de Allan se posó en la gruesa revista de joyería abierta delante de ella. «¿A qué viene esta repentina y profunda inmersión en esto? Recuerdo que no es tu especialidad».
«Los nuevos retos traen nuevas oportunidades. No quiero encasillarme».
«No te esfuerces demasiado. Aún no has comido, ¿verdad? Venga, vamos a comer algo».
El tono de Allan era siempre desenfadado, lo que hacía que las conversaciones con él resultaran fáciles.
Rachel se levantó rápidamente, apagó el ordenador, apagó las luces y cogió su bolso. «Me has tratado muchas veces. Déjame devolverte el favor esta noche».
«¡Suena bien!»
Charlaron y rieron de camino a la entrada de la empresa. El coche ya estaba esperando.
Nada más entrar, Allan le entregó un regalo perfectamente envuelto, con la voz tan cálida como siempre. «Compré algo para mi hermana y vi esto. Me recordó a ti. Pensé que sería perfecto para el frío. Vamos, ábrelo».
Dentro de la caja de regalo había un pañuelo de seda.
Rachel se sentía un poco avergonzada por recibir siempre regalos de Allan. Afortunadamente, esta vez había venido preparada.
«Gracias. Yo también tengo un regalo para ti», comentó con ligereza mientras sacaba su regalo.
Las manos de Allan eran muy llamativas y, cuando cogió el regalo, sus dedos largos y afilados parecían aún más hipnotizantes.
«Tus manos harían que cualquier anillo pareciera impresionante», dijo Rachel antes de poder contenerse.
«Aunque todavía no tengo novia», respondió Allan con desparpajo. «Así que no creo que los anillos estén en el horizonte para mí todavía».
Rachel se lo pensó seriamente. «No necesariamente. Podrías intentar ser modelo de manos. Seguro que resaltaría tus mejores rasgos».
«Tienes mucha imaginación, ¿eh?». Había una sonrisa en la voz de Allan y sus ojos centelleaban de afecto.
Estaba ansioso por abrir el regalo, pero, por cortesía, aún así preguntó: «¿Puedo abrirlo ahora?».
«Adelante. Puedes probártelo y ver si te gusta».
Al mirar la caja de terciopelo rojo, Allan sintió curiosidad. Abrió la caja y encontró un broche en su interior. Era un broche de oro de estilo antiguo, adornado con una perla y que mostraba un detalle y una artesanía exquisitos. Sin duda, era una pieza deslumbrante.
Allan se sorprendió. Este regalo era totalmente inesperado. La mayoría de sus compañeros llevaban broches, pero él rara vez lo hacía. Le parecían engorrosos y nunca le habían gustado esos adornos.
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