El requiem de un corazón roto - Capítulo 735
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Capítulo 735:
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Cuando llegó a la empresa, la primera parada fue el departamento de RRHH.
Como Allan la había recomendado personalmente, el director de Recursos Humanos saludó a Rachel con un comportamiento cálido y amistoso.
«Ven, te acompaño a tu mesa», me dijo con una sonrisa amable.
«Se lo agradezco. Gracias», respondió cortésmente.
Con su ayuda, el proceso de incorporación fue fluido y todo encajó a la perfección. Una vez que se presentó a algunos compañeros, tomó asiento y empezó a instalarse en su nuevo espacio de trabajo.
Sin embargo, el director del departamento de diseño estaba ausente, supuestamente por una reunión de negocios.
Hacia el mediodía, justo cuando Rachel estaba a mitad de camino de su almuerzo para llevar, una joven alegre se acercó a su mesa y le preguntó: «¿Es usted la nueva directora, Rachel Marsh?».
«Sí, soy yo. ¿Y tú eres?»
«Soy Brenda, la asistente de Myers. Acaba de volver y le gustaría verle en su despacho».
Brenda era la jefa del departamento de diseño.
Rachel asintió sin dudarlo. «Por supuesto, iré enseguida». Rápidamente recogió su almuerzo, se arregló el traje y se dirigió hacia allí sin demora.
Llamó ligeramente a la puerta y una voz fría e indiferente le dijo: «Pase».
El despacho de Brenda era amplio, dominado por una llamativa pared de ventanas que iban del suelo al techo. La decoración era minimalista: un escritorio elegante, unas cuantas sillas, un ordenador y un archivador.
En cuanto Rachel entró, la mirada fría y evaluadora de Brenda dejó una impresión duradera. Aunque la cogió desprevenida, Rachel mantuvo la compostura. Con un tono educado pero seguro, se presentó diciendo: «Hola, soy Rachel Marsh, la nueva contratada».
«No hacen falta presentaciones. Ya estoy informada», dijo Brenda con rotundidad, con la atención fija en la pila de documentos que su ayudante había colocado ante ella, sin perdonar una mirada a Rachel.
El aire de arrogancia e indiferencia que la rodeaba era inconfundible.
Rachel, sin embargo, no se desanimó. Permaneció de pie pacientemente, esperando sin quejarse.
Mientras tanto, Brenda seguía con su trabajo, llamando a su ayudante, hojeando archivos y dando instrucciones a medida que asignaba diversas tareas.
En cuanto la ayudante se marchó, llamaron a la puerta: otro asunto de trabajo requería la atención de Brenda.
Brenda añadió su aportación. Su experiencia fue incuestionable.
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