El requiem de un corazón roto - Capítulo 709
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Capítulo 709:
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Brian exhaló profundamente, con los hombros caídos como si toda su energía le hubiera abandonado. «No pasa nada», dijo, con la voz llena de cansancio.
Yvonne tenía razón. Tal vez, todo este tiempo, había estado persiguiendo a Rachel sin entender realmente lo que ella necesitaba de él.
Y si alguna vez esperaba volver a verla, primero tenía que encontrar la respuesta a esa pregunta. Sólo entonces podría presentarse ante ella con la seguridad de que no repetiría los mismos errores.
El tiempo se escapó en un abrir y cerrar de ojos.
En los dos años siguientes, el Grupo White prosperó y sus acciones no dejaron de subir. Brian se había sumergido en el trabajo, volcando toda su atención en la expansión de la empresa.
Tras la celebración del aniversario de la empresa, estaba ligeramente borracho. Su nueva secretaria, Reba Evans, le apoyó mientras le guiaba hacia su despacho para que descansara.
Le ayudó con cuidado a sentarse en el sofá, asegurándose de que estaba cómodo, antes de apartarse para prepararle un poco de leche que le ayudara a recuperar la sobriedad. Pero cuando regresó, se encontró con el tono cortante y gélido de Debby.
«¿Así que eres la nueva secretaria que contrató? ¿Cómo te llamas?» El tono de Debby estaba cargado de hostilidad.
Intimidada por la imponente presencia de la mujer, Reba vaciló antes de responder con voz suave y nerviosa. «Me llamo Reba Evans».
se burló Debby, cruzándose de brazos. «¿Y bien? No te quedes ahí parado. Llévalo a casa. ¿O crees que voy a permitir que mi hijo pase la noche desmayado en su despacho?», espetó impaciente.
Nerviosa, Reba se apresuró a avanzar, pero en su precipitación, la leche resbaló de sus manos y se hizo añicos en el suelo con un fuerte estrépito.
La ira de Debby estalló al instante. «¿A esto le llamas hacer tu trabajo? Ni siquiera puedes manejar algo tan simple. No tengo ni idea de por qué mi hijo contrató a alguien tan incompetente como tú».
Reba bajó la cabeza y se mordió el labio, pero las lágrimas brotaron de todos modos, nublándole la vista.
Ni siquiera ella entendía por qué. No procedía de una universidad prestigiosa, sino que era una licenciada normal y corriente. Recién llegada, no tenía ninguna experiencia en el sector. Se había presentado al Grupo White por capricho, sin pensar que la contratarían. Pero la atractiva oferta salarial había sido imposible de rechazar.
Antes de empezar, había oído rumores en Internet sobre Brian, el presidente de White Group. La gente decía que era frío, que era difícil trabajar con él y que tenía unas expectativas imposiblemente altas para sus empleados. La idea de trabajar para alguien así le ponía los pelos de punta.
Cuando por fin lo conoció, parecía tal y como lo describían los rumores: distante y poco hablador. Sin embargo, curiosamente, era paciente con ella. Más de una vez había corregido sus errores sin ser duro, incluso había dado instrucciones a Ronald para que la guiara en lugar de reprenderla.
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