El requiem de un corazón roto - Capítulo 698
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Capítulo 698:
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«En realidad, podría ser la ruptura limpia que ambos necesitamos».
Separarse era claramente la opción más saludable tanto para ella como para Brian. Su brecha emocional se había hecho demasiado grande, y la separación era sin duda la solución correcta.
Ávida de noticias, Rachel preguntó: «Yvonne, hace siglos que no me ponen al día. ¿Qué se sabe de Jeffrey?»
Al oír el nombre de Jeffrey, una oleada de tristeza inundó a Yvonne, ensombreciendo su expresión.
Como hablaban por teléfono, Rachel no se dio cuenta de la mirada preocupada de Yvonne.
«Después de que su accidente le enviara a urgencias, el pronóstico era funesto, y las noticias fueron demasiado para Jeffrey: sufrió un colapso. Afortunadamente, Allan se puso en contacto con un especialista extranjero que estaba llevando a cabo ensayos que podrían ayudar. Como el estado de ambos era crítico, autoricé su traslado», explicó Yvonne con tono tenso.
Mientras hablaba, Yvonne se sentía incómoda. Aunque su explicación tenía sentido, parecía algo forzada. Esperaba que Rachel la aceptara sin rechistar, pero estaba dispuesta a decir toda la verdad si era necesario.
Rachel sintió alivio al saber que Jeffrey estaba en buenas manos. Su preocupación por él había sido inquietante, pero ahora se sentía algo más tranquila.
«Yvonne, estoy verdaderamente agradecido por tu apoyo. Sin ti, ni Jeffrey ni yo habríamos llegado tan lejos. ¿Es posible que le vea de vez en cuando?»
«El centro aísla a los pacientes de contactos externos, pero han prometido mantenernos informados de cualquier avance en la recuperación de Jeffrey», respondió Yvonne.
La perspectiva de recibir información actualizada reconfortó a Rachel. «Eso suena tranquilizador».
Con Rachel tranquilizada por sus palabras, Yvonne se permitió relajarse un poco.
«Cuídate mientras tanto, Rachel. Brian sigue sospechando y podría estar vigilando mis movimientos, así que no podré visitarte».
«Pero no te preocupes; Allan te está cuidando», reconoció Rachel. «Lo comprendo».
Tras finalizar la llamada, le devolvió el teléfono a Allan, expresándole su gratitud. «¡Gracias, Sr. Vance!»
Allan, sonriendo amablemente, preguntó: «¿Confías ahora en lo que te he dicho?».
«¡Pido disculpas!»
«No pasa nada. Seguro que tienes hambre. Deja que prepare algo de comer y podemos charlar durante la comida».
«Suena bien.»
Poco después, se sirvió una nutritiva comida. La comida, aunque sencilla, estaba perfectamente equilibrada y meticulosamente preparada.
Mientras degustaba su sopa, Rachel se quedó observando al hombre que tenía enfrente. Se remangó con elegancia y empezó a comer con movimientos serenos y pausados.
Sus refinados modales en la mesa la cautivaron, haciéndola reacia a romper el silencio.
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