El requiem de un corazón roto - Capítulo 696
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Capítulo 696:
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Cuando despertó, el penetrante olor a desinfectante invadió sus sentidos. Debby corrió a su lado, con los ojos llenos de lágrimas. «¡Brian, estás despierto! ¿Cómo te encuentras?»
Brian yacía allí, con los ojos abiertos pero en silencio.
Sin embargo, este silencio alivió a Debby.
Me suplicó: «Por favor, deja de hacerte esto. Estás de luto por Rachel, ¿verdad? Déjame ayudarte a encontrar la felicidad con alguien nuevo. Recupérate. No podría soportar perderte a ti también».
Debby estaba visiblemente afligida. Su dolor se había intensificado no sólo por el estado de Brian, sino también por la reciente muerte del hijo de un amigo íntimo de la familia en un accidente de coche. La tragedia la había dejado conmocionada, amplificando su miedo a perder a Brian.
Aron se puso al lado de su mujer, ofreciéndole su punto de vista. «Brian, no podemos resucitar a los muertos. Debemos seguir viviendo. Le debemos a Rachel vivir plenamente. ¿Recuerdas al hijo de la señora Flores? Murió en un accidente hace dos días. El accidente fue terrible, y ha afectado profundamente a tu madre. Su funeral es dentro de tres días. Si estás dispuesto, deberías ir».
El rostro de Brian permaneció impasible mientras escuchaba.
Entonces, de repente, un momento de claridad pareció golpearle, y levantó la vista, con los ojos atentos. «Papá, repite eso. ¿Cuándo ocurrió el accidente?»
«Hace dos días», respondió Aron.
«¿Y cuándo está previsto el entierro?»
«En tres días», fue la respuesta.
Brian hizo una pausa, con la mente acelerada mientras procesaba la información. Normalmente, en su ciudad, los funerales se celebraban dos días después de la muerte de alguien. Todo el proceso, desde el servicio funerario hasta la incineración y el entierro, solía durar entre cinco y seis días. A veces, los retrasos en el crematorio podían añadir uno o dos días más.
Entonces, ¿cómo era posible que los preparativos del entierro de Rachel estuvieran listos en sólo dos o tres días? El calendario no sólo era rápido, sino que parecía casi deliberado, como si alguien lo hubiera precipitado para evitar que descubriera algo.
Una chispa de sospecha se encendió en Brian, llenándole de un destello de esperanza. «Ronald, ven aquí», dijo, marcando el número inmediatamente.
Una semana después, los ojos de Rachel se abrieron lentamente.
Se encontraba en una hermosa villa. La habitación era tranquila, los suaves sonidos de la naturaleza entraban por la ventana, un entorno perfecto para recuperarse. Sin embargo, todo a su alrededor le resultaba desconocido.
Mientras reflexionaba sobre su situación, un médico y una enfermera entraron en la habitación. Sus rostros se iluminaron al verla despierta.
«¡Srta. Marsh, está despierta! ¡Qué maravilla! El Sr. Vance ha estado esperando ansiosamente. Su recuperación es un alivio para todos nosotros».
Rachel recuperó lentamente la conciencia, sintiéndose todavía un poco desorientada.
Después de un momento, consiguió hablar, con la garganta seca. «¿Sr. Vance?»
Intentó recordar el nombre, pero se quedó en blanco. Por más que pensaba, no recordaba a nadie llamado «Vance».
El médico y la enfermera intercambiaron miradas de sorpresa. Allan había estado controlando a Rachel con regularidad, visitándola a menudo y mostrando verdadera preocupación. Pero ahora, ella decía que ni siquiera lo reconocía.
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