El requiem de un corazón roto - Capítulo 688
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Capítulo 688:
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Su sonrisa era radiante, sus ojos brillaban de felicidad mientras le tendía la mano.
Él le devolvió la sonrisa y deslizó suavemente el anillo en su dedo. Luego le tendió la mano, esperando a que ella hiciera lo mismo.
Pero la espera parecía interminable.
En realidad, la habitación del hospital estaba llena del sonido de la respiración dificultosa bajo una máscara de oxígeno, el pitido agudo de las máquinas, el ritmo inestable del monitor cardíaco…
Las lágrimas resbalaron por su rostro, una tras otra.
Incluso cuando su cuerpo se debilitaba, su mente permanecía en ese sueño, aferrándose a la visión de ella, hermosa y radiante. No quería despertar.
«Sr. White, tengo que verle», dijo rápidamente el médico.
«¡Vete!» Brian gritó.
En un instante, todo volvió a su mente y volvió a la realidad. Se apartó de la manta e intentó levantarse.
Aron le sujetó. «¿Estás loco? Te acabas de despertar. ¿Acaso te importa tu salud? ¿Sabes cuánto lloró tu madre por ti?»
Brian se apartó y se volvió hacia Norton, con los ojos llenos de esperanza y miedo. «¿Dónde está? ¿Está despierta?»
Preguntó la última parte con cuidado, casi como si tuviera miedo de oír la respuesta. Norton apartó la mirada. No podía mirar a Brian a los ojos, y mucho menos decir lo que tenía que decir.
El corazón de Brian latía con fuerza. El silencio de Norton sólo lo inquietaba más. «Norton, eres mi mejor amigo. Por favor, dímelo. ¿Está despierta?» Norton no dijo nada.
Brian agarró con fuerza el brazo de Norton. «Debe de estar enfadada conmigo. Por eso no quiere verme, ¿verdad? E Yvonne… debe de estar evitando que me lo digas, por miedo a que moleste a Rachel. Pero yo no… No iré de inmediato, lo prometo. Sólo dime que está despierta, Norton. Puedo esperar unos días antes de verla».
Ahora mismo, Brian se aferraba a la esperanza, desesperado por creer en una mentira.
Se negó a aceptar otra cosa.
Norton tragó con fuerza, con el cuerpo rígido.
Intentó hablar, pero las palabras no le salían.
¿Cómo podía decirle a Brian que el amor de su vida se había ido? Era demasiado cruel.
Por mucho que se hubiera preparado, no pudo hacerlo.
Así que se quedó callado. Como si el silencio pudiera cambiar la verdad.
Sin embargo, Doris no pudo contenerse más.
Dio un paso adelante y agarró a Brian del brazo. «Brian, soy yo, Doris. Sé que es duro, pero Rachel… se ha ido. Ya no está con nosotros».
Antes de que pudiera decir nada más, un dolor agudo le golpeó la mejilla.
Brian la había abofeteado. El sonido resonó en la habitación.
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