El requiem de un corazón roto - Capítulo 683
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 683:
🍙🍙🍙🍙 🍙
Tracy rodeó la pistola con los dedos y la apretó contra la sien de Brian.
Sus ojos parpadeaban con dolor y furia.
Pero su mano no se mantenía firme; temblaba violentamente, negándose a obedecer. Lo intentó una y otra vez, pero al final dejó escapar un suspiro tembloroso y volvió a arrojar el arma a Neal. «Hazlo tú».
Sin decir nada más, les dio la espalda.
Un momento después, sonó el agudo chasquido de un disparo.
Apretó los puños y se clavó las uñas en las palmas mientras luchaba contra el dolor que sentía en el pecho. Se negó a darse la vuelta.
Si no podía tener a Brian, prefería que se fuera para siempre. La idea de que viviera una vida feliz con otra persona era insoportable.
Le dolió mucho, pero era la decisión que había tomado.
No se arrepentiría.
No. No lo haría.
Aceleró el paso y echó a correr, desesperada por dejarlo todo atrás.
Pero antes de que pudiera llegar lejos, las penetrantes sirenas de la policía rompieron la noche.
El corazón de Tracy dio un vuelco. El instinto le gritó que corriera, pero ya era demasiado tarde.
Una flota de coches de policía entró en tropel, cortando toda posible vía de escape.
El mensaje era claro: Neal y ella estaban acabados.
No quedaba ningún lugar al que huir.
Pero sabiendo que Brian estaba muerto y que Rachel había sido totalmente derrotada, sintió que todo había valido la pena.
La mera idea de la angustia de Rachel la hizo sentir un placer enfermizo.
Una risa enloquecida brotó de su garganta. No huyó. En lugar de eso, se giró, ansiosa por disfrutar de la miseria de Rachel.
Quería grabar la desesperación de Rachel en su memoria. Pero lo que encontró su mirada le robó el aliento de los pulmones.
Brian no estaba muerto.
Empapado en sangre, se arrastró hacia delante, centímetro a centímetro, hasta llegar a Rachel. Con manos temblorosas, le arrancó la mordaza de la boca y tiró de ella hacia sus brazos.
«¡Rachel!» Su voz se quebró mientras le cogía la cara con manos temblorosas. «Aguanta. La ayuda está aquí. Vas a estar bien, tienes que estarlo».
Una débil sonrisa jugó en los labios de Rachel. «Brian… debes sentirte conmovido ahora mismo, pensando que arriesgué mi vida para protegerte».
La sangre goteaba de su herida, manchando el suelo bajo ella.
Brian aplicó presión sobre la herida, con las manos resbaladizas por la sangre. «No, Rachel, no hables. Quédate quieta. Por favor, no digas nada».
Pero Rachel se negó a permanecer en silencio. «No, necesito decir esto. Hay algo que nunca te dije… Mis riñones fallaron hace tiempo. No me queda mucho tiempo. Mi vida ya está llegando a su fin, así que nada de esto me importa ya. Te salvé no por amor, sino simplemente porque no estaré por aquí mucho más tiempo. No necesitas sentirte agradecido ni pensar que significa algo. En todo caso, lo que más lamento de mi vida es haberte conocido…»
«Enamorado de ti. Una vez que me haya ido, consideremos todo borrado entre nosotros. Si… si hay otra vida, espero que nunca nos volvamos a ver».
.
.
.