El requiem de un corazón roto - Capítulo 682
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Capítulo 682:
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La vista se le nubló, pero a través de la bruma distinguió una figura que corría hacia ella, una que conocía demasiado bien.
En cuanto Brian la vio, corrió hacia delante, con voz urgente. «¡Rachel!» Pero antes de que pudiera dar un paso más, un grupo de hombres le tendió una emboscada por la espalda, blandiendo pesadas barras de hierro directamente hacia él.
Los brutales golpes se estrellaron contra su espalda, su pecho, sus piernas, uno tras otro, implacables y despiadados.
Rachel trató de gritar, de advertirle, pero lo único que pudo hacer fue sacudir la cabeza frenéticamente, rogándole con los ojos que huyera.
El objetivo de Tracy era obvio: cegada por su retorcido amor y su sed de venganza, los quería a ambos muertos.
Rachel sabía que tenía los días contados. Su enfermedad se había encargado de ello.
¿Pero Brian? Él todavía tenía un futuro. Una vida esperándole más allá de esta pesadilla. No importaba cuánto la había lastimado, ella no quería que muriera aquí. Quería que sobreviviera.
No podía soportar verle morir, no así, no delante de ella.
Pero por más que lo intentaba, no podía emitir ningún sonido.
Los golpes no cesaron hasta que Brian estuvo empapado en su propia sangre, tosiendo gruesas bocanadas de ella, con la ropa empapada de rojo.
Aun cuando el dolor sacudía su cuerpo, forzó su mirada hacia arriba, fijando los ojos en Rachel.
«Rachel, no dejaré que te pase nada».
Los ojos de Rachel rebosaban angustia, pero Neal no había terminado; en todo caso, el dolor de ella sólo avivaba su furia.
Agarró una barra de hierro, la levantó y la hizo caer con fuerza brutal.
El impacto fue instantáneo: Brian tosió con la boca llena de sangre.
Rachel se agitó desesperadamente, pero el agarre de sus brazos era inflexible, atrapándola en su sitio. Las lágrimas caían por sus mejillas.
Neal se mofó: «¿Qué pasó con esa actuación de tipo duro, Brian White? ¿No eras tú el que intentaba encerrarme de por vida? Bueno, hoy aprenderás cómo se siente el verdadero miedo. Cualquiera que se interponga en mi camino acaba muerto».
Dicho esto, levantó la vara una vez más y se acercó a Brian.
Pero justo cuando estaba a punto de balancearse, la voz de Tracy cortó el caos. «¡Alto!»
Neal se giró, mirándola atónito. «Nena, no me digas que realmente te sientes mal por él».
Tracy soltó una pequeña risita, negando con la cabeza. «¡Claro que no! Una vez fue bueno conmigo, lo reconozco. Así que no alarguemos esto, terminémoslo rápido». Ordenó, señalando con la cabeza a Rachel: «Tráela».
En cuestión de segundos, Rachel fue empujada hacia delante, cayendo al suelo con fuerza junto a Brian.
Neal sonrió satisfecho y le entregó una pistola a Tracy. «Vamos, nena. Acábalo tú misma».
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