El requiem de un corazón roto - Capítulo 677
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Capítulo 677:
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Ese mismo día, todo había sido tan tranquilo, tan normal.
Habían pasado la tarde juntos, riendo, hablando y disfrutando de su tiempo sin preocupaciones.
Incluso habían pedido una especialidad local para cenar, saboreando la comida mientras disfrutaban de la brisa nocturna. Había sido un momento perfecto.
Rachel, sonriendo, sacó su teléfono y se acomodó junto a Jeffrey. «Venga, vamos a hacer una foto», dijo, levantando la cámara.
Jeffrey miró a la cámara, preparado para el disparo, pero la foto nunca llegó a producirse.
En su lugar, un ruido agudo cortó el aire, seguido de un fuerte estruendo. El teléfono de Rachel se le escapó de las manos y cayó al suelo con gran estrépito; entonces, sin previo aviso, se desplomó.
Todo sucedió en un instante. Uno o dos segundos como mucho.
Jeffrey apenas tuvo tiempo de asimilarlo antes de que los sonidos repentinos le devolvieran a la realidad.
Todo su cuerpo se puso rígido antes de caer instintivamente de rodillas, acunando a Rachel entre sus brazos. «¡Rachel! ¡Despierta! Despierta!», gritó desesperadamente. Pero por mucho que gritara, Rachel permanecía inmóvil. No se movía, ni siquiera parpadeaba.
En ese momento, un profundo temor se apoderó de Jeffrey. Sintió como si todo su mundo se desmoronara.
El corazón le latía con fuerza mientras un pensamiento aterrador se apoderaba de él: ¿y si la hermana que siempre había estado a su lado, le había protegido y se había preocupado por él no volvía a abrir los ojos? ¿Y si hubiera dejado de respirar delante de él?
Afortunadamente, el personal del restaurante reaccionó con rapidez.
El dueño del restaurante se apresuró a llamar a una ambulancia sin dudarlo. Mientras Jeffrey subía a la ambulancia con Rachel, todo su cuerpo temblaba de miedo e impotencia.
Y ahora, la luz sobre la puerta de urgencias seguía brillando. Rachel seguía dentro, inconsciente.
Jeffrey había perdido la noción del tiempo. Cada segundo que pasaba le parecía angustiosamente lento, alargándose sin fin en su mente. Permaneció sentado, inmóvil, con el corazón latiéndole con fuerza. Por fin, cuando empezaba a amanecer, se apagó la luz de la sala de urgencias.
Jeffrey se apresuró a acercarse, con la voz temblorosa por la preocupación. «D-Doctor, ¿cómo está mi hermana?»
«Por ahora está estable. Fuera de peligro inmediato», respondió el médico. «Venga a verme en diez minutos».
Jeffrey dejó escapar un suspiro que ni siquiera se había dado cuenta de que estaba conteniendo.
El alivio lo inundó, dejándolo completamente agotado. «Está bien», murmuró. Estaba agotado, pero no importaba.
Rachel estaba a salvo. Si le hubiera pasado algo, no quería ni imaginarse lo que habría hecho.
Se quedó allí de pie, observando cómo la llevaban con cuidado en silla de ruedas a la habitación del hospital. Sólo después de verla dentro, se dio la vuelta y fue a buscar al médico.
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