El requiem de un corazón roto - Capítulo 672
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Capítulo 672:
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Mientras el sol se ocultaba en el horizonte, los dos paseaban descalzos por la orilla, dejando que las olas les acariciaran los pies.
Por un momento, sentí como si el agua pudiera borrar todo su dolor, todas sus preocupaciones, miedos e incluso la ineludible verdad de la enfermedad de Jeffrey.
El cielo se extendía en un brillante tono azul y el mar reflejaba su inmensidad hasta que ambos se fundieron en uno solo.
Rachel se volvió hacia Jeffrey y le hizo señas para que se acercara.
«Rachel, ¿qué pasa?»
Ella sacó su teléfono, ajustando el palo selfie. «Vamos a hacernos una foto. Una en cada parada que visitemos».
«Por supuesto».
En el encuadre, sus rostros se iluminan de risa.
En ese instante, no existía nada más: ni la enfermedad, ni las despedidas, sólo la alegría sin filtros del momento.
No intentaban escapar de lo inevitable. Elegían llenar su tiempo con algo hermoso.
Querían dejar atrás la felicidad, no la tristeza.
En su segunda parada, Rachel descubrió un secreto sobre Jeffrey, algo que él le había ocultado todos estos años.
Para tener la mejor visión de la ceremonia de izado de la bandera -un momento de profundo patriotismo- tomaron la firme decisión de levantarse temprano.
A medida que el horizonte se aclara y aparecen los primeros rayos de sol, la ceremonia está a punto de comenzar.
Al igual que los innumerables congregados, se vieron arrastrados por la electrizante energía de la multitud.
Cuando el himno nacional resonó en el aire y la bandera ascendió lentamente, las voces se alzaron al unísono, cantando con un orgullo inquebrantable. Todos se mantuvieron erguidos, con la mirada fija en la bandera.
El estandarte se elevó en armonía con el sol de la mañana.
Los ojos de Jeffrey permanecían fijos en ella, inmóviles.
Mantuvo su postura mucho después de que terminara la ceremonia, con la respiración agitada por la emoción que le embargaba. Las lágrimas brotaron y se derramaron en torrentes silenciosos.
«Rachel… ¿lo sabías?» Su voz estaba llena de anhelo. «Mi mayor sueño era ser soldado, servir a mi país. No tendré esa oportunidad en esta vida… pero tal vez en la próxima, consiga proteger a mi patria».
Rachel puso suavemente las manos sobre los hombros de Jeffrey, con un agarre firme y seguro. «Seguro que lo conseguirás en tu próxima vida».
En su próxima vida, se aseguraría de que se convirtieran en dos de las personas más felices de la tierra. Tendrían una familia completa con padres cariñosos y cuerpos sanos.
Luego llegó su tercera parada.
Luego su cuarto.
A lo largo de medio mes, visitaron muchos lugares. En cada lugar, Rachel se tomaba una selfie de los dos.
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