El requiem de un corazón roto - Capítulo 664
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Capítulo 664:
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Rachel no quería oír nada más. Respiró hondo, se tragó las lágrimas y asintió. «De acuerdo. Te prometo que viajaremos y veremos el mundo juntos. Ahora, levántate del suelo».
Aquella tarde, Rachel se quedó al lado de Jeffrey. El suave resplandor de la luna entraba en la habitación del hospital y lo cubría todo con un tono plateado y apacible. Permaneció allí hasta que Jeffrey se quedó dormido, arropándolo suavemente con la manta antes de quedarse un momento más. Sólo entonces se levantó para marcharse.
Al salir, se detuvo sorprendida. Brian estaba apoyado en el marco de la puerta.
Rachel se puso rígida, claramente sorprendida. «¿Has estado aquí todo el tiempo?»
«Acabo de llegar», contestó Brian, con cuidado de no parecer prepotente. «La enfermera mencionó que aún no habías regresado, así que vine a ver cómo estabas. Vámonos. Te llevaré de vuelta».
«Gracias.
De vuelta en la habitación del hospital, Rachel se refrescó rápidamente.
Cuando salió del baño, Brian seguía esperándola. Esperaba que se fuera. Como no lo había hecho, decidió aprovechar la oportunidad para decirle lo que le rondaba por la cabeza.
Con voz firme, señaló la silla que tenía delante. «Siéntate. Tengo que hablarte de algo importante».
«De acuerdo». Su voz era más áspera que de costumbre.
«He pensado en esto durante mucho tiempo, y estoy absolutamente seguro. Antes de que las cosas empeoren, deberíamos romper».
La expresión de Brian se ensombreció y todo su cuerpo se tensó. Rachel insistió antes de que él pudiera discutir: «Cuando digo romper, quiero decir pacíficamente. Sin peleas ni dramas. Terminemos esto en buenos términos».
«¡No estoy de acuerdo!» El rechazo de Brian fue inmediato, firme e inflexible.
Rachel frunce el ceño, frustrada. «Esto no se discute. Ya he tomado mi decisión. Carol dijo que si alguna vez quería divorciarme, me apoyaría».
La postura de Brian se endureció, las venas de sus manos se tensaron mientras apretaba los puños, manteniéndose firme a duras penas.
«He dicho que no estoy de acuerdo», repitió, con voz firme pero tensa. Desde que llegó al hospital para cuidarla, había accedido a todas sus peticiones, sin discutir ni una sola vez. Pero esta vez se negaba en redondo.
«No importa si estás de acuerdo o no. Ya lo he decidido», afirma Rachel con la mirada firme.
Brian se dio la vuelta, su ancha espalda rígida, su voz aún firme. «Mientras no nos divorciemos, aceptaré cualquier otra cosa».
«¿Algo?»
El corazón de Rachel debería haberse acelerado al oír esas palabras, pero en lugar de eso, una inquietante calma se apoderó de ella. Ya no había nada que esperar. Incluso Carol había dado su bendición. Ya no había razón para continuar con este matrimonio.
«Pero yo no necesito nada», dijo Rachel, con voz serena mientras miraba a su espalda, cada palabra precisa y deliberada.
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