El requiem de un corazón roto - Capítulo 660
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Capítulo 660:
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Los agentes se quedaron paralizados por un momento, atrapados entre su deber y la incertidumbre de su estado. Antes de que nadie pudiera actuar, Tracy se derrumbó y sus emociones acabaron por desbordarla.
Aprovechando el momento, los agentes intervinieron rápidamente, detuvieron a Tracy y la llevaron a comisaría. Se llamó inmediatamente a un médico para que evaluara su estado de salud.
Ronald transmitió con calma todos los detalles a Brian, con voz uniforme y controlada. Pero la respuesta de Brian fue fría, las palabras deliberadas y definitivas. «A menos que sea el veredicto final, no quiero saber nada más de ella», dijo, con un tono que parecía definitivo. Estaba claro: cualquier conexión que tuviera con Tracy estaba cortada y no habría más implicación por su parte.
Mientras tanto, Rachel, aunque todavía frágil, había encontrado consuelo en la presencia constante de Yvonne. Los últimos días le habían devuelto un rayo de luz a los ojos, y su ánimo se iba levantando poco a poco bajo el calor de la compañía.
Brian, en cambio, prefirió mantener las distancias. Le preocupaba que su presencia pudiera perturbar la frágil paz de Rachel, así que se mantuvo alejado, observando sus progresos desde lejos.
Mientras la salud de Rachel mejoraba constantemente, el estado de Jeffrey seguía siendo precario. Aunque estable por el momento, sus constantes vitales y los resultados de las pruebas mostraban un panorama preocupante, que dejaba poco margen para el optimismo.
Esa misma tarde, Rachel se despertó de una breve siesta y se encontró a Brian delante de ella. Al verle, se le hizo un nudo en el pecho y su instinto la impulsó a alejarlo.
«¿Qué haces aquí?», preguntó ella, con voz cortante e inflexible, un claro intento de apartar a Brian.
Brian pareció anticiparse a la oleada de emociones que amenazaba con desbordarla. Su voz era tranquila, aunque teñida de urgencia. «Rachel, por favor, no saques conclusiones precipitadas. Sólo quería decírtelo directamente: Jeffrey está despierto».
Por un momento, la incredulidad se reflejó en el rostro de Rachel, pero fue rápidamente sustituida por una oleada de alivio. «¿En serio? Su voz vaciló, el peso de su ansiedad anterior rompiendo a través. Se levantó rápidamente, con las piernas temblorosas al asimilar la noticia. «Necesito verle».
«Te llevaré con él», dijo Brian, con un tono tranquilizador pero preocupado.
Rachel, totalmente concentrada en Jeffrey, asintió sin vacilar. No tuvo que pensárselo dos veces.
Cuando llegaron a la habitación de Jeffrey en el hospital, Rachel se adelantó a toda prisa, con el corazón latiéndole con fuerza a cada paso. En cuanto sus ojos se cruzaron con los de él, acortó la distancia que los separaba y lo estrechó en un fuerte abrazo. Un torrente de emociones -alivio, gratitud y alegría desbordante- la invadió. Por un instante, el mundo que los rodeaba se desvaneció mientras se aferraban el uno al otro, agradecidos de estar vivos.
A ambos se les llenaron los ojos de lágrimas, y ninguno de los dos pudo encontrar las palabras para expresar la profundidad de lo que sentían. Pero su reencuentro fue breve. Como sus cuerpos aún eran frágiles, sabían que no podían demorarse mucho más. Con un último y silencioso intercambio de miradas, Rachel se separó de mala gana. Volvió a su habitación del hospital.
Al caer la tarde, Brian, consciente de que Rachel seguía preocupada por Jeffrey, hizo que le llevaran una reconfortante comida a su habitación del hospital.
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