El requiem de un corazón roto - Capítulo 645
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Capítulo 645:
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Rachel se volvió hacia él, tranquila pero agobiada por el peso de lo que acababa de ocurrir. «Jeffrey, para. Ya estoy casada con él, oficialmente».
«Firmé los papeles. Su familia está aquí, y no puedo irme ahora. Es más grande que yo. Se trata de sus expectativas, y tenemos que cumplirlas».
El rostro de Jeffrey se descompuso y la frustración dio paso a la preocupación. Sabía que la determinación de Rachel era inquebrantable.
Rachel respiró hondo, calmando su acelerado corazón. Forzó una pequeña y forzada sonrisa mientras se dirigía a los invitados, con voz clara pero distante. «Siento la interrupción. Brian tenía un asunto urgente que atender, pero la ceremonia continuará como estaba previsto, con el maestro de ceremonias guiándonos durante el resto».
Cada palabra le pesaba en el pecho, pero no podía dejar traslucir sus emociones. Había que preservar la reputación de la familia White, y ella lo llevaría a cabo, por mucho que le doliera. El espectáculo tenía que continuar.
En realidad, ningún invitado se atrevería a burlarse de la familia White o de Brian, pero Rachel sabía que ella sería la que se quedaría atrás, la novia abandonada obligada a terminar lo que debía ser el día más feliz de su vida.
La música volvió a sonar y su melodía familiar llenó la sala. Rachel, abrazada a su ramo, estaba sola en la parte delantera. La larga cola de su vestido blanco se deslizaba detrás de ella, pero no había ningún novio esperando al final del pasillo, sólo el vacío donde una vez estuvieron sus esperanzas.
Su corazón se sentía vacío, un recipiente vacío de propósito. Enderezó la postura, volvió a respirar con calma y, con pasos deliberados, avanzó. Sus pasos resonaban al ritmo de la música, su mente resuelta.
Fuera, Yvonne y Natalia interceptaron a Brian, llegando justo a tiempo para enfrentarse a él antes de que pudiera escabullirse.
La voz de Yvonne temblaba de desesperación y rabia cuando se enfrentó a él. «¿Te das cuenta de lo que estás tirando por la borda? Se supone que hoy es el día más feliz de tu vida, el día de tu boda. Rachel está ahí, esperándote, ¿y vas a dejarla por Tracy? ¿Has perdido la cabeza?»
La mandíbula de Brian se tensó, sus ojos ensombrecidos por el conflicto. «No tengo elección. Hay cosas de las que no puedo alejarme. Por favor, cuida de Rachel por mí».
Natalia se acercó y le agarró suavemente del brazo, con voz temblorosa de sinceridad suplicante. «Rachel está radiante hoy: la novia más hermosa que nadie podría imaginar . ¿Cómo puedes abandonarla así? ¿Tienes idea de cuánto le dolerá? Por favor, no lo hagas».
En ese momento llegó Norton, cuya mirada se fijó en la tensión creciente.
Brian dirigió a Norton una aguda y última mirada. «No puedo quedarme. Cuida de ellos, Norton. Tengo que irme».
Yvonne intentó dar un paso adelante, pero Norton se interpuso en su camino, inamovible. Su brazo formaba una barrera inflexible que la retenía por mucho que empujara.
Dentro, Natalia fue escoltada por los guardaespaldas que Norton había convocado, dejando que las dos mujeres compartieran una mirada de impotencia.
«¡Norton, suéltame!» La voz de Yvonne estaba cruda de furia y desesperación. «No entiendes lo que está pasando, y aún así te interpones en mi camino. Suéltame o te juro que te arrepentirás». Sus palabras cargadas de maldiciones mordieron el aire, pero Norton se mantuvo firme, su agarre inquebrantable.
Cuando Brian entró en el coche que le esperaba, le siguió el grito de Yvonne. «¡Brian, te arrepentirás de esto! Recuerda mis palabras: ¡pagarás por lo que has hecho hoy!».
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