El requiem de un corazón roto - Capítulo 636
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Capítulo 636:
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El proceso de preparación -maquillaje, peinado, colocación del vestido y adornos- duró varias horas. Yvonne permaneció al lado de Rachel durante todo el proceso, asegurándose de que no se perdiera en sus pensamientos.
Incluso Jeffrey se había maquillado ligeramente, vestido con un traje que le hacía parecer un elegante joven caballero.
Cuando por fin todo estaba listo, llamaron a la puerta: Héctor y Carol habían llegado. En cuanto vieron a Rachel, a la pareja de ancianos se les iluminó la cara y sonrieron de oreja a oreja.
Las risas y el parloteo llenaron la sala mientras tomaban fotos y compartían el momento. Sin embargo, a pesar de toda la emoción, faltaba una cosa: Brian seguía sin decir nada.
A medida que se acercaba la boda, todos los invitados habían llegado y el ambiente bullía de entusiasmo. Rachel envió un mensaje a Brian, pero no obtuvo respuesta. Intentó llamarle, pero no obtuvo respuesta. Incluso el teléfono de Ronald parecía estar fuera de cobertura, como si ambos se hubieran confabulado para desaparecer al mismo tiempo.
La ausencia de Brian durante toda la noche aumentó la ansiedad de Rachel, cuyo estado de ánimo se volvía más pesado a cada minuto que pasaba.
Carol, siempre perspicaz, se dio cuenta del creciente malestar de Rachel. Hizo un gesto a uno de sus ayudantes y le dio una instrucción tranquila pero firme. «Ve a ver si ha llegado Brian. No podemos permitirnos perder el momento perfecto en un día tan importante. Date prisa y encuéntralo».
Volviéndose hacia Rachel, Carol le cogió la mano suavemente, con voz cálida y tranquilizadora. «No te preocupes, querida. Ya he enviado a alguien para que se ponga en contacto con él. Vendrá pronto, estoy segura».
«Lo sé», murmuró Rachel, aunque su corazón seguía inquieto, una tranquila inquietud se instalaba en lo más profundo de su ser.
El recuerdo de las palabras de Tracy persistió como una sombra, erosionando su confianza y dejándola más insegura que nunca. Se dio cuenta de que esta boda no parecía tanto una celebración de su amor con Brian como un acontecimiento diseñado para satisfacer las expectativas de Carol.
La posibilidad de que Brian no apareciera, de que la boda se viniera abajo, hizo que una oleada de pavor recorriera a Rachel. Las consecuencias eran demasiado grandes. Su rostro palideció y sus piernas temblaron bajo ella, amenazando con ceder.
Yvonne se dio cuenta de inmediato, corriendo al lado de Rachel y poniendo una mano firme en su brazo. «Rachel, mantente fuerte. Brian no es de los que son tan desconsiderados. Esta boda no es sólo entre tú y él, sino también con su abuela. Estará aquí», le dijo con voz tranquila pero firme, dándole un poco de consuelo.
Las palabras de Yvonne tenían sentido, pero Rachel no podía quitarse la idea de la cabeza; Tracy ocupaba un lugar único en el corazón de Brian, un lugar con el que no estaba segura de poder competir jamás.
«Lo comprendo», dijo Rachel en voz baja, con el peso de la resignación. «Pero, ¿y si elige a Tracy? Carol no podría soportarlo. Déjame intentar llamarle una vez más».
A Rachel le temblaban los dedos al marcar su número, pero el resultado era el mismo: no contestaba. El incesante timbre del otro lado parecía burlarse de su creciente desesperación.
El corazón le latía con fuerza y una oleada de inquietud la invadió, dejándole los miembros pesados e inestables. Entonces llegó un dolor agudo y punzante en el pecho, que comenzó como un leve latido pero se intensificó rápidamente, irradiando por todo su cuerpo como una tormenta.
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