El requiem de un corazón roto - Capítulo 634
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Capítulo 634:
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Momentos después, regresó, sujetando algo con fuerza en la mano antes de bajar de un salto. La mirada de Rachel le siguió y se posó en la larga brizna de hierba que había cogido.
«He buscado esto por todas partes. Es el más largo que he encontrado», dice Jeffrey con cariño.
«De acuerdo», dijo Rachel, asintiendo con entusiasmo, como solía hacer cuando eran niñas. Cogió un extremo de la hierba. Jeffrey agarró el otro extremo, de pie detrás de ella.
Caminando así, uno delante y otro detrás, se sentían como en la infancia, libres y ajenos a las preocupaciones del mundo.
Unos diez minutos después, Rachel condujo a Jeffrey a la vuelta de una esquina y se detuvo delante de un cajero automático.
Jeffrey nunca había visto uno y preguntó con curiosidad: «¿Qué es esto?».
«Es una máquina que te permite sacar dinero cuando lo necesitas. Si un día necesitas dinero y yo no estoy para ayudarte, siempre puedes usar esto».
Jeffrey ladeó la cabeza, sumido en sus pensamientos. «Pero… prometiste estar siempre conmigo. ¿Cómo podrías no estar aquí?»
A Rachel se le hizo un nudo en la garganta. «Porque… Sólo quiero prepararte para cualquier cosa. Si aprendes a hacer esto y tienes un poco de dinero extra, me sentiré más tranquila».
«Muy bien, entonces me aseguraré de aprender correctamente».
Rachel le guió cuidadosamente por el proceso varias veces antes de entregarle la contraseña, insistiendo en que no debía olvidarla nunca. «Jeffrey, ¿recuerdas ahora cómo sacar dinero?».
«Sí.»
«¿Y la contraseña?»
Jeffrey se rascó la cabeza, parecía un poco frustrado. «Lo recuerdo durante un rato, pero luego se me olvida».
«Jeffrey, esta contraseña es muy importante, igual que mi número de teléfono. Tienes que recordarla pase lo que pase. Pero es sólo para ti, nunca la compartas con nadie».
Por fin, Jeffrey guardó el número en su memoria y repitió el proceso varias veces más. Cuando por fin consiguió sacar dinero por su cuenta, Rachel se sintió aliviada.
Una vez hecho esto, estaba lista para llevarle a ver el apartamento.
El apartamento estaba casi todo listo, aunque aún le faltaban algunos muebles. Tenía una distribución estupenda, con dos amplios balcones bañados por la cálida luz del sol.
«Jeffrey, cuando te den el alta en el hospital, viviremos aquí juntos, ¿vale?». dijo Rachel con una sonrisa.
Jeffrey asintió con firmeza.
Aquel día, los hermanos pasaron horas disfrutando de su mutua compañía, charlando sin parar. Rachel no se marchó hasta que el sol se ocultó tras las montañas, pintando el cielo con suaves tonos.
De camino a casa, llamó a Ronald. «Ronald, necesito un favor.»
«Por supuesto. Sólo dime lo que necesitas».
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